Estados Unidos afronta esta semana el cuarto juicio político o proceso de impeachment de su historia, pero con unas características muy diferentes de las anteriores, ya que el presidente al que se juzga, Donald Trump, ni siquiera está ya en el cargo. El magnate neoyorquino es, además, el primer mandatario que se somete dos veces a un procedimiento tan extraordinario como este, por el que solo han pasado Andrew Johnson (1868), Bill Clinton (1998) y él mismo, hace un año, a raíz del escándalo de Ucrania. El Senado se convierte a partir de esta semana en un tribunal y los senadores en miembros de un jurado que debe decidir si el republicano cometió un delito de “incitación a la insurrección”. Para sus abogados, este proceso es “teatro político”. Estas son las claves para seguirlo.
¿Por qué se juzga a Donald Trump?
El asalto al Capitolio por parte de una turba de seguidores del expresidente, el pasado 6 de enero, tuvo lugar después de semanas durante las cuales el republicano agitó sin tregua los bulos de un fraude electoral y animó a sus votantes a protestar. Aquel 6 de enero, día en el que el Congreso debía confirmar la victoria del demócrata Joe Biden, dio un discurso especialmente explosivo ante miles de manifestantes. “Si no lucháis como el demonio, nunca más tendréis un país”, enfatizó, entre otras arengas, y les animó a marchar hasta el Capitolio para seguir protestando contra la ratificación de Biden. Una vez allí, se desató la violencia. Los demócratas consideran que Trump cometió un delito de “incitación a la insurrección”.
¿Cómo se va a desarrollar el proceso?
Lo que empieza esta semana es la segunda fase del impeachment, es decir, el juicio propiamente dicho en el Senado, ya que la acusación se aprobó el 13 de enero en la Cámara de Representantes. Los 100 senadores de la Cámara alta se convierten en miembros del jurado y el demócrata más veterano de todos ellos, el octogenario Patrick Leahy, en el presidente del tribunal. Demócratas y republicanos terminaron este lunes de acordar el procedimiento, del que trascendieron algunos detalles: el martes, los abogados del expresidente y los llamados gestores del impeachment (es decir, los congresistas demócratas que ejercen la acusación) debatirán sobre la constitucionalidad del proceso durante alrededor de cuatro horas. Luego, los senadores votarán y la celebración del juicio saldrá adelante por mayoría simple. El miércoles, comenzará la exposición de las partes, para lo que tendrán 16 horas cada uno. El juicio se interrumpirá el viernes a las cinco de la tarde para respetar el Sabbath judío, a petición de uno de los representantes legales de Trump, y se retomará el domingo por la tarde. La duración no se ha determinado aún, aunque se espera un proceso breve.
¿Si no se le puede destituir, qué le puede pasar a Trump? ¿Por qué es tan importante el papel de Kamala Harris?
El castigo en el caso de impeachment (aunque nunca en la historia se ha llegado a producir, pues los tres presidentes juzgados hasta ahora han sido absueltos) es la destitución del cargo. Como Trump dejó la Casa Blanca el 20 de enero, día de la toma de posesión de Joe Biden, la sanción evidente no es aplicable y tampoco trae consigo su inhabilitación automática. Esta se votaría en una moción posterior y solo necesita una mayoría simple. Demócratas y republicanos están igualados 50 a 50 en el Senado, pero la vicepresidenta del país, Kamala Harris, tiene el voto que dirime en los casos de empate.
¿Qué posibilidades hay de que salga declarado culpable?
Muy pocas. Demócratas y republicanos están empatados 50 a 50 en el Senado. El veredicto de culpabilidad requiere el apoyo de 67 de los 100 senadores que hay, lo que significa que hasta 17 republicanos deberían desmarcarse de su partido y votar con los demócratas. Es muy improbable que eso ocurra. En la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, la acusación salió adelante con el apoyo de una decena de republicanos, pero en la Cámara alta solo cinco senadores se han mostrado abiertos a condenar al expresidente. Una votación previa sirvió para probar la temperatura del agua: un senador republicano, Rand Paul (Kentucky), impulsó una moción para declarar inconstitucional el proceso y obtuvo el apoyo de 45 republicanos. Solo cinco miembros del partido (Mitt Romney, Ben Sasse, Susan Collins, Lisa Murkowski y Pat Toomey) la rechazaron. Aun así, para los demócratas el proceso es importante por el precedente que sienta y porque obligará a los republicanos a retratarse sobre el legado de Trump.
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