El bloque lleva meses preparándose para el veto parcial, pero el impacto previsible en la inflación añade dudas.
La UE intenta mantenerse fiel al principio que ha guiado las sanciones impuestas a Rusia desde que comenzó la guerra: causar el mayor daño posible a la economía rusa, minimizando en lo posible las autolesiones. El embargo parcial al petróleo, pactado en el Consejo Europeo de esta semana, sigue esa máxima: golpea la principal fuente de divisas del gigante euroasiático —casi 31.000 millones de euros procedentes de la UE desde el inicio de la guerra, frente a los 26.000 millones del gas y los 1.500 millones del carbón, según los últimos datos del centro de análisis ambientalista CREA— sin daños de calado en el casco del buque económico comunitario. El problema es que llueve sobre mojado: el PIB europeo venía perdiendo fuelle desde antes del inicio de la invasión de Ucrania, una tendencia que se ha acelerado en las últimas semanas; y la inflación se ha instalado en máximos desde la creación de la moneda única.
Todos los analistas consultados por EL PAÍS coinciden en un punto: el veto frenará algo el crecimiento de los Veintisiete y, sobre todo, aumentará la presión sobre los precios. “Sustituir el petróleo ruso sería posible para la mayoría de los Estados miembros, pero podría aumentar los precios”, apuntaba la Comisión Europea en sus previsiones de primavera, cuando la medida aún era una posibilidad más en el menú de opciones disponibles. El Banco de España puso números el martes a esas palabras: prescindir totalmente del crudo que llega de los Urales restará siete décimas al PIB de la UE y sumará otras siete sobre los precios. Las perspectivas económicas en la eurozona se ensombrecen más con las subidas de tipos que el Banco Central Europeo (BCE) prepara para este año, la primera de ellas prevista ya para julio.
Los cálculos de regulador español parten de la hipótesis de un veto total y no parcial, como finalmente ha sido: de aquí a fin de año se reducirá el 90% de las importaciones. Esta progresividad es lo que lleva a los economistas a pensar que el impacto de la medida sobre la economía europea será limitado. “El embargo no tendrá un impacto sustancial en la economía, ya que tardará en entrar en vigor y los mercados se reajustarán mientras tanto”, apunta Simone Tagliapietra, especialista en energía del centro de estudios bruselense Bruegel.
Daniela Ordoñez, de Oxford Economics, secunda su análisis: “Son menos dependientes del petróleo que del gas, y han pasado tres meses desde que empezó la guerra: los países han tenido margen para reducir su dependencia: no es una decisión que se haya tomado de un día para otro”, aquilata por teléfono.
Para leer la nota completa, pulsa aquí
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.