A las 3:40 de la mañana del domingo comenzó una de las peores crisis diplomáticas que ha enfrentado el gobierno de Gustavo Petro en sus dos años y medio. A esa hora, el primer mandatario colombiano comunicó con un trino que no recibiría los dos aviones militares en los que iban deportados 160 colombianos desde el estado de California, Estados Unidos, hacia Bogotá.
Las labores de repatriación habían comenzado desde la medianoche del sábado. Personal de la Cancillería estaba monitoreando el transporte de los connacionales. El primer mandatario sabía de la acción, tanto así que 40 minutos antes del comienzo de la crisis trinó que en la mañana del domingo llegarían los vuelos de repatriación y debían ser recibidos con “banderas y flores”.
Este último mensaje fue borrado del ‘timeline’ de las redes sociales del primer mandatario a los pocos minutos. En su lugar, Gustavo Petro escribió el trino de la discordia. La razón del ‘reversazo’ presidencial fue la molestia ante el transporte de los civiles en aviones militares, así fuera una entidad civil la que liderara el operativo de repatriación. A esto hay que sumarle las imágenes que se conocieron el sábado de los brasileños deportados que salían esposados de los aviones norteamericanos.
Hacia las cuatro de la mañana entró la Cancillería en alerta, pues fueron avisados de la determinación presidencial. Se esperó a la mañana del domingo para iniciar los diálogos con el gobierno estadounidense. Se consolidó un equipo conformado por el actual canciller, Luis Gilberto Murillo; su reemplazo, la directora del Dapre, Laura Sarabia; el vicecanciller Jorge Rojas; y el embajador Daniel García-Peña.
Hacia las 9 de la mañana se hizo la primera comunicación con autoridades estadounidenses. La llamada fue a Francisco Palmieri. En ese momento el Ejecutivo colombiano conoció que ya no era el embajador encargado de Estados Unidos en Colombia. Se habló con el segundo de la delegación diplomática y luego se procedió a entablar diálogos directamente con el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
A las 10 de la mañana se anunció que la sección de visas de Estados Unidos en Colombia se cerraba de forma indefinida en respuesta a la postura del presidente Petro. Este último intervino a los pocos minutos con un trino en el que señalaba que había 15.660 estadounidenses establecidos de forma irregular y que deberían “acercarse a nuestro servicio migratorio para regularizar su situación”.
Por su parte, el equipo diplomático mantenía diálogos con el Departamento de Estado, cuyo delegado para la crisis fue Mauricio Claver-Carone. Está entidad le anunció al equipo de la Cancillería que debían esperar un duro mensaje del presidente Donald Trump. Llegó a la una de la tarde. El recién posesionado usó su red social, Truth, para anunciar más sanciones a Colombia.
No solo era el cierre de la sección de visas: aranceles de emergencia de 25 por ciento a las exportaciones colombianas, que subirían a 50 por ciento en una semana; prohibición de viajar y revocación de visas de los funcionarios colombianos; sanciones de visa a los miembros de la familia presidencial y de su partido; mayores inspecciones a las exportaciones nacionales; entre otras medidas.
Cuatro minutos después se conoció un comunicado del Gobierno colombiano en el que se anunciaba la asistencia a la cumbre extraordinaria de la Celac para tocar el tema migratorio tras las deportaciones masivas de Donald Trump y la disposición del avión presidencial para repatriar a los deportados que iban en los aviones que no aterrizaron en Colombia.
Este mensaje oficial vino acompañado deuna seguidilla de trinos del presidente Petro en contra de las medidas de la administración Trump. Tanto así que anunció aranceles recíprocos.
“Le ordenó al ministro de comercio exterior elevar los aranceles de importaciones desde los EE. UU. en un 25 por ciento. El ministerio debe ayudar a dirigir nuestras exportaciones a todo el mundo diferente”, dijo Petro. También respondió a Marco Rubio, secretario de Estado estadounidense, quien dijo que el gobernante colombiano era el que había dado el sí a los vuelos de deportados: “Jamás permitiré que en vuelos traigan a los colombianos esposados. Marco, si eso lo permitieron funcionarios de la cancillería, jamás bajo mi indicación. Cipayos serán”.
El Presidente le respondió a varios de sus críticos y luego escribió un extenso trino criticando a Estados Unidos y hasta tildando de esclavista a Trump. En ese mismo mensaje se definió como el último Aureliano Buendía y alertó sobre un supuesto intento de bloqueo.
“Yo levanto una bandera y como dijera Gaitán, así quede solo, seguirá enarbolada con la dignidad latinoamericana que es la dignidad de América, que su bisabuelo no conoció, y el mío sí, señor presidente inmigrante en los EE. UU.”, reza uno de los apartados del mensaje.
Al mismo tiempo que el Presidente se despachaba en redes sociales, el equipo diplomático se movía hablando con distintas instancias en Estados Unidos y Colombia. «Nos llamaban y los llamábamos», dijo uno de los presentes, que señaló que incluso se habló con varios expresidentes colombianos.
Aunque las representaciones de Estados Unidos y Colombia mantenían los canales de diálogo, los trinos de ambos presidentes enrarecián el ambiente. Tanto así que el equipo tuvo una dura conversación con el mandatario colombiano y le pidieron que los dejara actuar. A las 6 de la tarde, Gustavo Petro dio vía libre completa a las gestiones. Hacia esa misma hora llegó el ministro de Industria y Comercio, Luis Carlos Reyes, a complementar el equipo de negociación.
Cerca de las siete de la noche se logró un acuerdo, cuyo primer enfoque fue evitar los aranceles que había anunciado Trump en la mañana. A esa misma hora se hizo la citación a medios para dar a conocer lo logrado. Aunque habían estado trabajando en la Casa de Nariño, decidieron hacer la convocatoria en el Palacio de San Carlos para «despolitizar la crisis y darle un tono diplomático».
El anuncio se tuvo que correr por tres horas mientras se tenía el visto bueno de la partes. En el caso colombiano, Petro delegó todas las gestiones en su equipo de crisis (Murillo, Rojas, Sarabia, García-Peña). En cambio, por el lado estadounidense se tuvo que esperar el sí de Donald Trump.
Hacia las 10:30 de la noche se tuvo el visto bueno final y se dió la declaración de Murillo. “El Gobierno de Colombia informa que hemos superado el impase con el Gobierno de los Estados Unidos”, dijo Murillo, que a renglón seguido anunció su viaje en la compañía del embajador García-Peña “para sostener reuniones de alto nivel que den seguimiento a los acuerdos, resultado del trabajo conjunto e intercambio de notas diplomáticas que se dieron hoy entre los dos gobiernos”.
En diálogo con EL TIEMPO, el vicecanciller Jorge Rojas, que llegará en los próximos días al Dapre, resumió las gestiones de la siguiente manera: «Ganó la diplomacia. Fueron 20 horas intensas de diálogos múltiples que terminaron con dos notas diplomáticas que consignan los acuerdos. No ganó Trump, ni Petro. Ganó el país, ganan los migrantes y sus derechos, gana el liderazgo de Colombia en la región».