Las autoridades de la región rusa de Múrmansk, en el noroeste del país, se plantean ceder al Estado la propiedad del pozo superprofundo de Kola y, quizás, abrirlo para visitas turísticas, informa la agencia Interfax.
El pozo tiene una profundidad de 12.262 metros, lo que lo convierte en el objeto científico de su tipo más hondo del mundo.
La historia de la instalación comenzó en 1970, y se debió a la carrera entre la URSS y EE.UU. para llegar a la discontinuidad de Mohorovicic, el límite entre la corteza y el manto terrestre.
El pozo está ubicado en el escudo Báltico, una antigua placa tectónica de unos 3.000 millones de años. En cuatro años, los investigadores taladraron 7.263 metros. A esa profundidad, la primera perforadora, similar a las industriales, ya no era eficaz, por lo fue necesario sustituirla por una nueva que pudiera continuar la perforación a una velocidad de 60 metros por mes. El reemplazo de maquinaria duró un año entero.
«Nos enfrentamos a lo que los perforadores llaman ‘curvatura natural’. Cuando las rocas duras se intercalan frecuentemente con rocas blandas, el pozo deja de avanzar verticalmente y ‘gira’ hacia las rocas suaves», señaló el científico, en una entrevista, en 2007.
‘El pozo al infierno’
La leyenda más famosa relacionada con el pozo de Kola cuenta que al alcanzar los 12.000 metros los investigadores escucharon, a través de micrófonos, los gritos de los pecadores atormentados en el infierno.
De hecho, la historia se originó en un diario finlandés, que la publicó el 1 de abril de 1989, pero al poco tiempo ya la divulgaban medios de todo el mundo, dando al pozo superprofundo una inesperada popularidad.
«Para mí, estas publicaciones fueron una completa sorpresa. Trabajábamos tranquilamente […] y de repente una ráfaga de llamadas telefónicas cayó sobre nuestra oficina. […] Finalmente, le pregunté directamente a una persona que llamó: ‘¿Por qué todos se interesan repentinamente por nosotros?’ ‘Bueno’, respondió, ‘en todos los periódicos dicen: ‘Llegaron al infierno y despertaron a los demonios», recuerda Gubermán.
No obstante, las condiciones en el fondo del pozo sí podrían considerarse infernales, ya que, dada la proximidad del núcleo terrestre, a esa profundidad la temperatura es de 200 grados centígrados.
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