Líbano, enfrentado a “un peligro extremo”, no puede ser “abandonado a su suerte”, pidió el miércoles el papa Francisco, en un largo mensaje dedicado al país tras su audiencia general.
El papa pidió a los creyentes del mundo “una jornada universal de ayuno y oración por Líbano el próximo viernes 4 de septiembre”, cuando se cumpla un mes de la terrible explosión en el puerto de Beirut que devastó la capital y en la que murieron al menos 188 personas.
Para esta fecha, Francisco enviará a Líbano a su mano derecha y secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin.
“Un mes después de la tragedia que castigó la ciudad de Beirut, pienso de nuevo en el querido Líbano, en su población particularmente puesta a prueba”, dijo el papa, sujetando en la mano la bandera del país, entregada durante la audiencia por un joven sacerdote maronita.
“Frente a los dramas repetidos que los habitantes de esta tierra han vivido, tomamos conciencia del extremo peligro que amenaza la propia existencia del país. Líbano no puede ser abandonado a su suerte”, insistió el papa.
“Durante 100 años, Líbano fue un país de esperanza. En los periodos más oscuros de su historia, los libaneses mantuvieron su fe en Dios y demostraron su capacidad de hacer de su tierra un lugar de tolerancia, respeto y cohabitación único en la región”, alabó Francisco.
“Líbano hoy es más que un Estado, es un mensaje de libertad y un ejemplo de pluralismo tanto para Oriente como para Occidente” y “por el bien del país pero también del mundo, no podemos permitirnos perder ese patrimonio”, agregó.
El papa instó a los responsables políticos libaneses y a los líderes del país a “implicarse con sinceridad y transparencia en la reconstrucción, dejando de lado los intereses partidarios y teniendo en mente el bien común y el futuro de la nación”.
Paralelamente, la comunidad internacional debe apoyar al país y “ayudarlo a salir de esta grave crisis”.
Dirigiéndose a los habitantes del Líbano, el papa les dijo: “Recobren el valor, hermanos”, “no abandonen sus casas y su herencia”.
Primera audiencia con público en 6 meses
Esta fue la primera audiencia general de Francisco al aire libre y con público tras casi seis meses de interrupción debido a la pandemia del coronavirus. Francisco también aprovechó el evento para pedir solidaridad como forma de salir de la crisis.
“La actual pandemia ha destacado nuestra interdependencia: Todos estamos conectados entre nosotros, para bien o para mal”, dijo el papa.
“Para salir de esta crisis mejores que antes, debemos hacerlo juntos, todos nosotros, en solidaridad”, añadió.
Unos 500 fieles asistieron a la audiencia en el patio vaticano de San Dámaso.
Bajo estrictas medidas de seguridad, los fieles se sentaron en el patio manteniendo la distancia social y debían llevar mascarilla. El papa no llevaba mascarilla para dirigirse a la gente, se mantuvo a una distancia segura de los asistentes, que coreaban y le saludaban.
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