Según las autoridades locales, el simbólico evento se organizó para que Francisco «pudiera ver el precio que Mosul ha pagado a causa del Estado Islámico»
Javier Espinosa l El Mundo. es
El papa Francisco ha concluido su visita de tres días a Irak con una misa multitudinaria celebrada en Erbil, capital del Kurdistán, en la que invitó a los 10.000 fieles presentes no caer en la venganza, a pesar de las heridas de la guerra y la violencia.
«Aquí en Irak, cuántos de vuestros hermanos y hermanas, amigos y conciudadanos llevan las heridas de la guerra y de la violencia, heridas visibles e invisibles. La tentación es responder a estos y a otros hechos dolorosos con una fuerza humana, con una sabiduría humana», dijo Francisco en su homilía.
El papa celebró la misa en el segundo estadio más grande del país, el «Franso Hariri» de Erbil, con capacidad para 30.000 personas, aunque por la pandemia se decidió que sólo pudiera asistir un tercio del aforo.
Previamente se desplazó este domingo hasta la atribulada ciudad de Mosul, la segunda de Irak, donde asistió a un encuentro con la población local en medio de las ruinas del centro histórico, devastado por la batalla que sufrió la localidad en 2017, cuando las tropas locales y una coalición internacional pusieron fin a la égida del Estados Islámico en ese enclave.
«Juntos decimos no al fundamentalismo. No al sectarismo y la corrupción», afirmó el arzobispo caldeo de Mosul, Najeeb Michael, mientras el Pontífice permanecía sentado en una silla blanca colocada frente a los escombros de esa zona histórica de la localidad que todavía no ha podido ser rehabilitada.
Najm al-Jabouri, gobernador de Niniveh, la provincia de la que Mosul es capital, afirmó que el simbólico evento se organizó en ese preciso lugar -a pocos metros de las iglesias y mezquitas que ahora están siendo reconstruidas- para que Francisco «pudiera ver el precio que Mosul ha pagado a causa del Estado Islámico».
El acto de Mosul se desarrolló a escasos metros de la iglesia de Al Tahira, una de los templos que fueron arrasadas durante el conflicto de 2017 y que ahora está siendo rehabilitada por un grupo de trabajadores musulmanes y cristianos.
COMUNIDAD CRISTIANA
La comunidad cristiana de Mosul, sin embargo, no ha retornado a la ciudad y han pasado de ser miles a solo un puñado de varias decenas.
Visiblemente emocionado, Francisco aseguró que era muy «cruel» que un país como Irak, «cuna de la civilización, haya sido golpeado por una tormenta de violencia. Un golpe bárbaro, que dejó centros de culto destruidos y muchos miles de personas, musulmanes, cristianos o yazidíes fueron aniquilados o desplazados por el terrorismo».
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