La nominación de Marco Rubio como secretario de Estado por parte del presidente electo Donald Trump augura un cambio drástico en la política estadounidense hacia Venezuela. Durante años, el senador cubanoamericano ha estado abogando a favor de que Estados Unidos deje de lado los guantes de seda a la hora de lidiar con lo que describe como una dictadura cruel dirigida por un cartel de drogas.
Por Antonio María Delgado / El Nuevo Herald
Rubio, una de las voces de Washington que mejor conoce los riesgos que los regímenes de La Habana y de Caracas representan para el hemisferio, ha sido un feroz oponente del intento de la administración Biden por negociar con el gobernante Nicolás Maduro una transición democrática en Venezuela, acusando al gobierno demócrata de entregar en concesiones todo lo que Maduro quería a cambio de promesas vacías.
En declaraciones brindadas después de las controvertidas elecciones venezolanas del 28 de julio, que Estados Unidos y varias naciones creen que fueron una vez más robadas por el régimen socialista de Caracas, Rubio declaró que ese resultado no solo era fácil de prever, sino que también fue facilitado por los esfuerzos de la administración actual por tratar de convencer a Maduro a que permitiese una transición democrática en el país.
A través de una serie de contactos entre funcionarios estadounidenses y del régimen de Caracas, que incluyeron reuniones secretas en Catar durante 2023, la administración Biden acordó liberar a funcionarios cercanos y familiares de Maduro condenados o que enfrentan cargos en Estados Unidos por corrupción o tráfico de drogas y a comenzar a levantar las sanciones impuestas por Estados Unidos al régimen.
A cambio, Maduro se comprometió a celebrar elecciones libres y justas y a liberar a varios ciudadanos estadounidenses detenidos en Venezuela que Washington creía que habían sido arrestados injustamente.
Esos esfuerzos, sostuvo Rubio, fueron muy mal concebidos.
“La administración Biden-Harris se reunió en secreto con el régimen de Maduro e hizo un arreglo en el que Biden dio lo siguiente: Alex Saab, un criminal que teníamos aquí en este país; los sobrinos de Maduro, que fueron narcotraficantes convictos y estaban en una prisión federal, y la eliminación de las sanciones petroleras, lo que a generado miles de millones de dólares al mes para el régimen de Maduro”, dijo Rubio.
A cambio, el gobierno obtuvo la promesa del régimen de celebrar las elecciones presidenciales, “que todos sabíamos que Maduro se iba a robar”, dijo Rubio, antes de agregar que la elección de Trump conduciría inmediatamente a un enfoque “muy diferente” hacia Venezuela.
Muchos países creen que las elecciones presidenciales venezolanas las ganó el ex diplomático Edmundo González, con la ayuda de la líder opositora María Corina Machado, a quien el régimen le había prohibido competir en las elecciones en lo que se consideró una de las primeras violaciones a las promesas que Maduro había hecho al gobierno de Biden.
González se vio obligado a huir de Venezuela después de las elecciones, cuando el régimen dejó en claro que su arresto era inminente. Machado permanece en la clandestinidad dentro del país sudamericano, desde donde felicitó a Trump por su victoria la semana pasada y le pidió que no se olvide del pueblo venezolano. “Siempre hemos contado con usted”, dijo.
La oposición venezolana ha contado durante mucho tiempo a Rubio entre sus amigos en Washington. El senador de la Florida tenía una relación cercana con el líder opositor Leopoldo López y fue un importante partidario de la política de la primera administración Trump de respaldar al líder opositor Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela en 2019.
RUBIO DENUNCIA LA DICTADURA DE MADURO
Rubio también fue una de las principales voces que recordaron a Washington que el régimen de Maduro no era una dictadura sudamericana típica, afirmando que es conducido por un consorcio criminal formado por militares y funcionarios del régimen de alto rango involucrados en una serie de operaciones ilícitas, que van desde el tráfico de drogas y el lavado de dinero hasta el contrabando de oro y la malversación de fondos gubernamentales.
Cuando habla de la dirigencia del régimen de Caracas, Rubio suele señalar rápidamente que Maduro y el número dos del régimen, Diosdado Cabello, son fugitivos buscados por el sistema de justicia estadounidense, con recompensas por su captura.
“Estados Unidos ofrece $25 millones por Maduro y Diosdado Cabello”, dijo el senador a través de las redes sociales en julio. “Puedes ayudarnos a convertir a Maduro y Cabello en los nuevos residentes del sistema penitenciario federal de Estados Unidos”.
La declaración no fue la primera vez que Rubio aboga sobre la necesidad de arrestar a Maduro. En 2022, Rubio le pidió al fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, que solicitara una notificación de alerta roja de Interpol para el arresto del hombre fuerte venezolano para que pudiera ser llevado a Estados Unidos para enfrentar cargos de narcotráfico.
Tanto Maduro como Cabello han sido acusados en Estados Unidos de encabezar el Cártel de los Soles de Venezuela, que según funcionarios estadounidenses exporta entre 250 y 350 toneladas de cocaína cada año, principalmente a Estados Unidos y Europa.
En Caracas, la nominación de Rubio refuerza el mal presentimiento que comenzó a rondar dentro del régimen inmediatamente después de que quedó claro que Trump había ganado las elecciones.
Aunque Maduro afirmó públicamente que la elección de Trump puede servir como un “nuevo comienzo” para mejorar la problemática relación entre Washington y Caracas, fuentes en Venezuela dijeron al Miami Herald que existe una creciente preocupación dentro del régimen de que el país pronto será golpeado con sanciones aún más duras que las implementadas durante la primera administración Trump.
Estas incluyeron poner a docenas de funcionarios de alto rango del régimen en la lista negra del Departamento del Tesoro por ofensas que van desde el tráfico de droga y participación en operaciones de corrupción y lavado de dinero hasta el desmantelando el sistema democrático y violaciones a los derechos humanos.
SANCIONES AL SECTOR PETROLERO
La administración Trump también impuso sanciones en 2017 y 2019 que cerraron el mercado estadounidense a la gigante estatal Petróleos de Venezuela, conocido como PDVSA, y congelaron $7,000 millones de los activos estadounidenses de la compañía. Estas acciones acentuaron los problemas de la ya alicaída economía venezolana.
Algunas de esas sanciones al petróleo venezolano comenzaron a ser levantadas en el 2022, cuando la administración Biden comenzó a otorgar licencias a Chevron, que tenía activos en Venezuela, para que pudiera extender sus operaciones dentro del país.
Tras las negociaciones celebradas en Catar el año pasado y el compromiso de Maduro de celebrar elecciones libres, Estados Unidos levantó aún más las sanciones petroleras, pero estas se volvieron a imponer poco después, cuando quedó demostrado que Maduro no tenía ninguna intención real de cumplir con sus promesas.
Hasta el momento, Chevron es la única empresa estadounidense a la que Estados Unidos le permite vender petróleo venezolano, pero estas licencias constituyen una importante fuente de ingresos para el régimen socialista con problemas de liquidez.
La producción de la empresa estadounidense, que proviene de tres proyectos conjuntos con PDVSA, asciende actualmente a unos 200,000 barriles por día y se espera que alcance los 250,000 barriles por día el próximo año.
Con la ayuda de Chevron y de un puñado de otras empresas internacionales también autorizadas por Estados Unidos, la producción de Venezuela ha crecido a más de 950,000 barriles por día, una mejora sustancial con respecto al punto más bajo de 400,000 alcanzados en 2020, pero muy por debajo de los 3.2 millones que Venezuela producía antes de que el difunto presidente Hugo Chávez lanzara su revolución socialista en el 2000.
Si bien las nuevas sanciones dañarían aún más las finanzas del régimen, las preocupaciones en el palacio presidencial de Miraflores en lo que concierne a Trump tradicionalmente han ido más allá del tema económico. Algo de esto pudo verse durante la primera administración del presidente electo, cuando Maduro invocó la ayuda del Vaticano y del papa Francisco para que le ayudara a evitar una acción militar por parte de Estados Unidos.
“Que el Papa nos ayude a evitar que Trump envíe sus tropas e invada Venezuela”, dijo Maduro a periodistas en 2017. “Le pido ayuda al Papa contra la amenaza militar de Estados Unidos. Que no me abandone. Que no nos abandone”.
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