La sensación de pánico se extiende por Afganistán ante el inexorable y fulgurante avance de los talibanes que, tras importantes conquistas tanto en el norte como en el sur, estrechan cada vez más el cerco sobre Kabul. Miles de civiles de todo el país huyen de sus casas a medida que los insurgentes se apuntan victorias, como las de Kandahar y Herat, la segunda y tercera ciudad del país. Muchos llegan a Kabul, donde duermen al aire libre, en los parques y en las aceras. Al verlos es difícil que los residentes no piensen en que algo similar puede estar a punto de sucederles. “Nos preocupa que haya un vacío de poder, las luchas internas, el aumento de los crímenes, porque el Gobierno es débil y ni siquiera puede defender a las ciudades pequeñas”, se lamenta Rasool Dad, un panadero de 52 años de Kabul.
Mientras atendía en su pequeño comercio este viernes, en las afueras de la ciudad se esperaban las primeras tropas enviadas por Estados Unidos para evacuar de forma segura a casi la totalidad de su Embajada ante el inexorable avance talibán. Solo tres grandes ciudades (la capital, Jalalabad y Mazar-i-Sharif) siguen bajo control del Gobierno y esta última sufre el asedio de los fundamentalistas desde hace días. Tras la caída de Lashkar Gah (Helmand) y Kandahar, este viernes, el grupo controla todo el sur, que alberga los feudos tradicionales de su etnia, la pastún, un auténtico símbolo del resurgir talibán.
Las fuerzas gubernamentales parecen cerca del colapso. Los últimos informes de Washington sobre el terreno son cada día más pesimistas y calculan que el Gobierno puede caer en menos de un mes. “Los talibanes superaban a nuestras tropas en número, nunca llegó la ayuda de Kabul, ni apoyo aéreo. Nadie nos ayudó a parar a los talibanes. Y, ahora, controlan un lugar clave para llegar a la capital”, se lamenta por teléfono Homa Ahmadi, diputada de la provincia de Logar, en el centro del país, cuya capital, Pul-e-Alam, fue tomada este viernes.
La ciudad fue conquistada tras días de combates feroces. La milicia tomó como rehenes al gobernador y al jefe de la agencia de espionaje, junto a cientos de soldados. “Lucharon hasta el final”, asegura Ahmadi. En una imagen de las redes sociales se podía ver al gobernador, rodeado de hombres armados, saliendo del edificio, tras supuestamente rendirse. El Gobierno afgano rechazó comentar la pérdida de Logar, que supone otro duro revés. La conquista se ha producido a pesar de la decisión del presidente Ashraf Ghani de proporcionar armas y dinero para movilizar a milicias privadas para parar a los talibanes, dado que las tropas afganas han fracasado en su intento por frenar a los talibanes a pesar de que han tenido apoyo aéreo de las tropas estadounidenses, aunque menor que hace un año.
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