El Consejo de Seguridad de la ONU celebra este martes una reunión extraordinaria para debatir sobre la situación en Sudán tras el golpe de Estado militar perpetrado el domingo, pero antes de comenzar la reunión quedó clara la falta de consenso entre sus miembros.
Al entrar en la reunión, los representantes de los países occidentales -principalmente Estados Unidos y el Reino Unido- coincidieron en condenar sin ambages el golpe militar y exigir la liberación inmediata del primer ministro Abdalá Hamdok y de los otros cargos detenidos.
Sin embargo, el embajador ruso ante la ONU quiso desmarcarse desde el primer momento, se negó a considerar como un «golpe de Estado» lo ocurrido y pidió más bien «el cese de la violencia por ambas partes», insistiendo en que también los manifestantes contra el golpe habían perpetrado actos de violencia.
El embajador dijo que en Sudán lo sucedido era calificable de «cambio de poder», del mismo modo que la revolución de 2019 que derrocó al régimen anterior no fue considerada un golpe de Estado, y en cualquier caso se mostró contrario a utilizar el arma de las sanciones humanitarias, esgrimida por Estados Unidos.
Así las cosas, se antoja difícil imaginar una resolución de consenso sobre lo sucedido en Sudán, donde hoy los militares golpistas dijeron que se comprometen a seguir con la transición democrática, pese a que el lunes disolvieron los órganos civiles de Gobierno.
En las últimas horas, fuentes militares aseguraron haber puesto en libertad a Hamdok, pero este último aún no ha aparecido en público y tampoco se conoce el destino de los demás compañeros suyos detenidos ayer.
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