Estados Unidos inició este miércoles una nueva era con la llegada al poder del presidente Joe Biden, que puso fin al tumultuoso mandato de Donald Trump y apostó por la unidad, la civilidad y la «decencia» para sanar las heridas de un país en crisis.
EFE
Poco antes de que Biden jurara su cargo ante la fachada oeste del Capitolio, su compañera de fórmula, Kamala Harris, hizo historia al convertirse en la primera mujer, la primera negra y la primera persona de origen asiático en ocupar la Vicepresidencia de Estados Unidos.
«Este es un momento histórico de crisis y retos, y la unidad es el camino que debemos seguir», dijo Biden en su discurso de investidura.
UNA «CASCADA DE CRISIS»
Biden, que a sus 78 años es el presidente con más edad que ha tomado posesión en la historia del país, llegó unas horas después a la misma Casa Blanca en la que trabajó durante ocho años como vicepresidente junto a Barack Obama (2009-2017), esta vez para ocupar el Despacho Oval.
El nuevo mandatario juró su cargo ante el mismo Capitolio que dos semanas antes había invadido una turba de seguidores radicales de Trump, incitados por un presidente saliente que se negaba a reconocer la derrota en las elecciones de noviembre.
Además de las ascuas de esa crisis, que provocó que el 70 % de los republicanos sigan sin considerar legítima la elección de Biden, el flamante presidente deberá afrontar los urgentes desafíos económicos y de salud pública derivados de la pandemia de la covid-19, que ya ha dejado más de 400.000 muertos.
«Seremos juzgados, ustedes y yo, por cómo resolvamos esta cascada de crisis de nuestra era. ¿Estaremos a la altura de la ocasión? ¿Seremos capaces de superar este hora extraña y difícil?», planteó Biden en su discurso de investidura. Las preguntas reflejaban las que se hacían muchos de sus seguidores mientras le veían tomar posesión desde sus hogares, aliviados por la marcha de Trump, pero conscientes de que el movimiento que despertó el ya expresidente sigue muy vivo, y las tensiones en el país serán difíciles de rebajar.
«SALDREMOS MÁS FUERTES»
«Estados Unidos ha sido puesto a prueba y saldremos más fuertes», insistía el nuevo presidente desde la escalinata oeste del Capitolio, donde llamó a poner fin a la «guerra no civil» entre demócratas y republicanos, progresistas y seguidores de Trump. Biden advirtió de que Estados Unidos está entrando «en el que probablemente será el periodo más duro y mortal» de la crisis de la covid-19, y sentenció: «Debemos dejar de lado la lucha política y enfrentar de una vez por todas esta pandemia como una nación». También tuvo palabras para quienes le veían desde el extranjero: «Repararemos nuestras alianzas y nos implicaremos con el mundo de nuevo, no para encarar los desafíos de ayer sino los retos de hoy y mañana».
Su discurso no fue una proeza de la oratoria como los que solía pronunciar Obama, ni sorprendió a nadie con promesas nuevas, pero sirvió para dejar claro que el referente de Biden para guiar al país se remonta mucho más atrás en la historia de Estados Unidos: el mandato de Franklin Delano Roosevelt (1933-1945).
Igual que Roosevelt ayudó al país a salir de la Gran Depresión con las inversiones masivas de su New Deal, el nuevo presidente confía en que el Congreso le apruebe un plan de estímulo económico de 1,9 billones de dólares para superar los desafíos provocados por la pandemia, además de una ambiciosa reforma migratoria.
«NO HAY TIEMPO QUE PERDER»
«No hay tiempo que perder a la hora de resolver las crisis que enfrentamos», escribió Biden en su primer tuit desde la cuenta oficial como presidente, @POTUS. La ceremonia ante el Capitolio no incluyó declaraciones de la vicepresidenta Harris, pero ella fue recibida por vítores cuando juró su cargo con la ayuda de la primera jueza latina del Tribunal Supremo del país, Sonia Sotomayor.
«No me digan que las cosas no pueden cambiar», afirmó Biden en referencia a la llegada al poder de la primera mujer vicepresidenta. Lady Gaga, Jennifer López y Garth Brooks pusieron música al acto de investidura, mientras que la joven poeta negra Amanda Gorman proclamó que el país había entrado en una «era de redención».
Tras la ceremonia, Biden participó en un breve acto con los líderes del Congreso, firmó sus primeros documentos como presidente y luego pasó revista a las tropas que ahora dirige como comandante en jefe de Estados Unidos.
A continuación, Biden, Harris y sus respectivos esposos, Jill Biden y Doug Emhoff, se dirigieron al cementerio nacional de Arlington (Virginia) para colocar una ofrenda floral en la tumba del soldado desconocido.
La caravana presidencial atravesó después la Avenida Pensilvania, flanqueada por cientos de los más de 20.000 militares desplegados en la capital para la investidura.
Al llegar frente al Departamento del Tesoro, situado junto a la Casa Blanca, Biden se bajó junto a su esposa de la limusina y recorrió los últimos metros del trayecto a pie, hasta entrar en el complejo y finalmente en la residencia presidencial, en la que seguirá al menos hasta enero de 2025.
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