Tiga Cheick Sawadogo / EFE
Líderes religiosos y comunitarios que mediaron entre Damiba y los sublevados anunciaron la dimisión.
«El propio presidente Paul-Henri Sandaogo Damiba propuso su dimisión para evitar enfrentamientos con graves consecuencias humanas y materiales», subrayaron los mediadores en un comunicado.
Damiba, reemplazado como hombre fuerte del país por el líder de los golpistas, capitán Ibrahim Traoré, de 34 años, fijó siete condiciones para renunciar.
Entre ellas figuran la «búsqueda de la reconciliación nacional», la continuación de las «actividades operativas sobre el terreno» (aparente referencia a la lucha antiterrorista) y el «cumplimiento de los compromisos adquiridos» con la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO).
La CEDEAO afirmó este domingo que sigue con «gran preocupación» el golpe y que «reafirma su adhesión al calendario adoptado por la cumbre (del bloque regional) del 3 de julio de 2022, que prevé el retorno al orden constitucional a más tardar el 1 julio de 2024».
El teniente coronel también exigió «la garantía de su seguridad y sus derechos, así como los de sus colaboradores».
El capitán Traoré, presidente del Movimiento Patriótico de Salvaguarda y Restauración (MPSR, junta militar), «aceptó estas siete condiciones», agregaron los mediadores, que instaron a la población a «la calma, la moderación y la oración» por Burkina Faso.
En una breve alocución en la televisión estatal RTB, los golpistas informaron después de que Traoré «está a cargo de la expedición de los asuntos cotidianos del Estado hasta la jura del presidente de Burkina Faso designado por las fuerzas vivas de la nación».
De hecho, el capitán se reunió hoy, tras ser vitoreado en Uagadugú por miles de compatriotas, con los secretarios generales de los ministerios y les pidió una continuidad de la Administración pero a un ritmo más «rápido» porque «todo es urgente».
Damiba había pedido este sábado a los amotinados «entrar en razón para evitar una guerra fratricida».
Los sublevados tomaron la víspera posiciones estratégicas en la capital, Uagadugú, como precaución ante un posible despliegue de uniformados todavía leales a Damiba, y dispararon tiros de advertencia en el centro de la urbe para dispersar a la población.
«SITUACIÓN BAJO CONTROL»
Los golpistas también instaron a los burkineses a abstenerse de atacar la embajada de Francia, cuyo muro exterior fue incendiado por manifestantes los dos últimos días, y la base militar de Kamboinsin, en el norte de Uagadugú, que acoge soldados franceses de la Operación Barkhane, liderada por Francia (exmetrópoli) para combatir el terrorismo yihadista en el Sahel.
Las manifestaciones contra Francia acontecieron después de que los golpistas afirmaran este sábado que Damiba se habría refugiado en «la base francesa de Kamboinsin para planear una contraofensiva», algo que negaron el teniente coronel y la embajada del país europeo.
Unas 2.000 personas protestaron este domingo ante la embajada francesa en el centro de Uagadugú con consignas como «Abajo Francia, vete a casa. Larga vida a Rusia (mercenarios rusos ayudan al vecino Mali en la lucha antiyihadista)» o «Traoré al poder», según constató Efe.
A primera hora de la mañana, gases lacrimógenos se lanzaron desde el interior de la legación para impedir que los congregados asaltaran el recinto.
«Hoy estoy orgulloso de ser burkinés, aspiramos a un cambio real (…). Estamos frente a Francia para expresar nuestro descontento», declaró a Efe el manifestante Adama Ouedraogo.
En un mensaje dirigido el viernes por la noche a la nación, los golpistas acusaron a Damiba de incumplir el ideal del MPSR, nombre de la junta que tomó el poder en el golpe del pasado 24 de enero, por no terminar con la amenaza del terrorismo yihadista.
Los golpistas suspendieron la Constitución y la Carta de Transición, decretaron la disolución del Gobierno y la Asamblea Legislativa de Transición, así como un toque de queda nocturno que fue levantado este sábado.
Ordenaron, además, el cierre de las fronteras nacionales y la suspensión de toda actividad política, si bien las fronteras aéreas se reabrieron este domingo.
Burkina Faso sufre frecuentes atentados yihadistas desde abril de 2015, cometidos por grupos ligados tanto a Al Qaeda como al Estado Islámico, cuyas acciones afectan especialmente al norte del país.
La inseguridad ha provocado que el número de desplazados internos ascienda ya a casi dos millones de personas en el país.
En noviembre de 2021, un ataque a un puesto de la Gendarmería causó 53 muertos -49 gendarmes y 4 civiles-, lo que generó un gran descontento social y protestas para exigir la dimisión del entonces presidente burkinés, Roch Marc Christian Kaboré.
Unos meses después, el 24 de enero, los militares liderados por Damiba tomaron el poder en un golpe de Estado -el cuarto en África occidental desde agosto de 2020- y depusieron a Kaboré.
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