La desesperación crece entre los migrantes que han llegado en una nueva oleada a la frontera norte de México, donde las ansias por cruzar a Estados Unidos hacen que haya mujeres embarazadas que den a luz justo en el límite entre ambos países.
Martín Coronado / EFE
Erika Lobos, una mujer de Guatemala de 20 años que está en Ciudad Juárez tratando de cruzar la frontera, dio a luz hace 60 días en el lado mexicano del Puente Internacional Paso del Norte.
Estaba a punto de ingresar a Texas, pero cuando se le reventó la fuente, los agentes migratorios de Estados Unidos la regresaron a Juárez.
Finalmente, tuvo a su hija en una cafetería de la avenida Juárez apoyada por elementos de la Policía Municipal, pues no alcanzó a llegar la ambulancia.
Ahora, dos meses después de casi lograr entrar a Estados Unidos, aún espera una nueva cita.
“Ya estábamos a punto de pasar para Estados Unidos, pero se me rompió la fuente y me mandaron hasta abajo del puente y unos oficiales que estaban ahí me ayudaron a tener la niña porque ya no podía esperar la ambulancia”, narró Erika a EFE desde el albergue El Buen Samaritano.
“Yo no quería eso para mi hija, yo quise que ella encontrara una buena vida, que tuviera su ropa, pero no sucedió así, me dolía porque mi hija no tenía nada de ropa”, agregó la nueva madre guatemalteca.
Una nueva oleada migratoria
El flujo migratorio por México ha repuntado tras la caída inicial que provocó en mayo pasado la expiración del Título 42 de Estados Unidos, según reconoció el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El caso de Erika refleja la desesperación de la nueva oleada de miles de migrantes varados en México que buscan cruzar a Estados Unidos.
En los últimos dos días, centenares de migrantes han pasado entre la barricada de alambre de navajas que existe a lo largo de la frontera en Ciudad Juárez, pero los agentes los atrapan casi de inmediato.
En tanto, los albergues de la urbe, fronteriza con El Paso, Texas, se mantienen a tope con casi 2.500 personas en situación de movilidad desde hace un par de semanas.
Muchos de ellos tienen meses esperando su cita para poder iniciar su proceso de migración hacia Estados Unidos.
“Han tomado decisiones de que se han entregado por voluntad propia, vienen con niños, con familias enteras, y también persona solas que vienen en su travesía”, explicó Laura Oropeza, una venezolana que atravesó la selva de El Darién hasta Juárez, uno de los actuales epicentros de la migración en México.
Las citas para solicitar asilo a EE.UU. no llegan
El pastor Jorge Castillo es el encargado del albergue El Buen Samaritano, donde está Érika, y explicó que, por la tardanza de las citas para solicitar asilo en Estados Unidos, cada vez más migrantes se atreven a cruzar por el río Bravo y a entregarse a los agentes de Migración con todo el riesgo que ello implica.
“Mi consejo es que en el pedir está el dar, si vienen con actitud prepotente de que merecen todo van a crear caos entre las autoridades y esto aún dañaría a la población», expresó a EFE.
«Mi consejo es que hagan las cosas bien, a lo mejor es tardado, pero es seguro”, añadió.
Datos de los encargados de los alberges estiman que existen más de 2.500 migrantes en albergues, más de 1.000 viven en la calle, y otros 4.000 alquilan una vivienda o han encontrado algún otro refugio.
Aunque hay estimaciones de cerca de 8.000 migrantes varados en la urbe, los activistas aceptan que es muy complejo determinar cuántos migrantes están ahora en la ciudad, pues se encuentran llegando por centenares cada día a bordo del tren y no se sabe a ciencia cierta cuántos logran cruzar de manera indocumentada.
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