Ecuador elige presidente. Lo hace entre dos candidatos ubicados en las antípodas ideológicas y sumido en el desencanto de una población harta de la crisis económica y descreída de la política. Los sondeos anticipan un empate técnico entre Andrés Arauz, el candidato impulsado por el expresidente Rafael Correa y ganador de la primera vuelta del 7 de febrero, y el líder conservador Guillermo Lasso, que va por su tercer intento. Un triunfo de Arauz supondrá la vuelta del correísmo tras el paréntesis de cuatro años que supuso Lenín Moreno. La victoria de Lasso colocará en el poder a un hombre de ideas liberales que cuenta con el apoyo de las élites del poder. Cualquiera sea el resultado, el ganador tendrá un desafío mayúsculo por delante: arcas vacías, demandas sociales en alza y un Congreso sin mayorías que obligará a tejer complicadas redes de apoyo.
Federico Rivas Molina l El País
Arauz, un dirigente de 36 años casi desconocido para la mayoría de los ecuatorianos, ganó la primera vuelta con el 37% de los votos, aupado por el apoyo que recibió de Rafael Correa. En segundo lugar, a 13 puntos de distancia, quedó Lasso, que pasó al desempate tras superar por apenas 0,3% al candidato del indigenismo, Yaku Pérez. Sin embargo, la segunda vuelta encuentra a Arauz y Lasso en un empate técnico, según los sondeos. “Lo que fue un triunfo clarísimo de Arauz y una derrota de Lasso en la primera vuelta ha cambiado durante estas semanas, en un contexto político de frustración y de rechazo de los votantes al statu quo”, dice Sebastián Hurtado, presidente de la consultora Profitas.
La frustración se ha traducido en una demanda por algo nuevo. Ese fue el voto que alimentó las candidaturas de Yaku Pérez y del izquierdista Xavier Hervas, que quedó cuarto en febrero. “Creíamos que esos votos iban a beneficiar a Arauz, porque representaba un cambio. Pero durante la segunda vuelta, Lasso hizo un buen trabajo en deslucir las credenciales de oposición y de cambio de su rival”, explica Hurtado.
Ambos prometen reactivar la economía, recuperar el empleo, proteger a los más pobres y garantizar salud y educación. Pero sus recetas son opuestas. Para Arauz, el Estado debe ser el motor de la economía y el principal proveedor de los servicios que necesitan los ecuatorianos. El candidato correísta ha prometido en campaña un bono de 1.000 dólares para un millón de familias afectadas por los estragos de la pandemia. Para financiar ese programa utilizará fondos del Banco Central. Lasso, en cambio, apuesta por una economía abierta al mundo y un Estado mínimo y eficiente. Ha propuesto además duplicar la actividad petrolera, principal fuente de divisas del país.
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