En 2020 murieron 267.000 bebés en los países de renta media y baja como consecuencia de la crisis económica provocada por el Covid-19, según un estudio hecho por economistas del Banco Mundial y publicado hoy en la revista BMJ Open.
La investigación, basada en una modelización matemática, calcula que la cifra es un 7 por ciento superior al número de muertes previstas para el año pasado.
El artículo explica que lo más probable es que la economía mundial se haya contraído cerca de un 5 por ciento en 2020 (el primer año de la pandemia), lo que aumentará en 120 millones el número de personas que viven en la pobreza.
Sin embargo, a diferencia de los países ricos, las crisis económicas en las regiones de menos ingresos, elevan las muertes en los colectivos más vulnerables: los niños y los ancianos.
Para hacer el estudio, los autores han examinado el impacto de la caída prevista del Producto Interior Bruto (PIB) sobre la supervivencia de los niños menores de un año en los países de ingresos bajos y medios.
Así, relacionaron los datos del PIB per cápita con los 5,2 millones de nacimientos reportados en las Encuestas Demográficas y de Salud entre 1985 y 2018; La mayoría de estos nacimientos (82 %) se produjo en países de ingresos bajos y medios bajos.
A continuación, aplicaron las proyecciones de crecimiento económico del Fondo Monetario Internacional para 2019 y 2020 para predecir el efecto de la recesión económica en 2020 sobre las muertes infantiles en 128 países.
Según sus cálculos, en 2020 han muerto 267.208 lactantes más en los países de ingresos bajos y medios, el 7% más de las muertes infantiles previstas para ese año.
El estudio apunta a que el mayor número de muertes infantiles se ha registrado en ocho países del sur de Asia, con 113.141 fallecidos, y más de un tercio en la India (99.642), que es el país con el mayor número de nacimientos anuales (24.238.000) y un importante déficit económico, del 17,3% para 2020.
Los autores recuerdan que, tras la crisis financiera de 2009, estimaron un exceso de 28.000-50.000 muertes infantiles en África, frente a las 82.239 muertes del año pasado, una diferencia que refleja el mayor déficit estimado en el PIB causado por la pandemia.
Y aunque reconocen que sus cálculos pueden no ser exactos porque emplean datos retrospectivos o porque algunos países han sufrido desastres naturales o crisis políticas que también pueden haber afectado a los ingresos nacionales, consideran que el estudio pone de manifiesto la vulnerabilidad de los niños respecto a las fluctuaciones de ingresos como la que ha causado el Covid-19.
El estudio apunta que probablemente el aumento de la mortalidad en los bebés se debe al empobrecimiento de los hogares, un aspecto que, a su vez, deriva en una peor nutrición y cuidado de los lactantes y en una menor capacidad de acceso a los servicios de salud.
Los autores advierten de que aunque su análisis se ha centrado en el probable impacto sobre la supervivencia infantil, es probable que otros grupos vulnerables se hayan visto afectados.
“Mientras los países, los sistemas de salud y la comunidad mundial en general siguen esforzándose por prevenir y tratar el Covid-19, también debemos considerar los recursos para estabilizar los sistemas de salud y fortalecer las redes de seguridad social con el fin de mitigar las consecuencias humanas, sociales y económicas de la pandemia y las políticas de bloqueo relacionadas”, concluyen.
EFE
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