La policía francesa detuvo a una decena de personas dedicada a seducir a los vendedores de la casa Hermès para revender artículos de lujo de difícil acceso, como las carteras Birkin o Kelly. La banda, conformada por actores que se hacían pasar por “clientes”, estaba entrenada para sortear el selectivo filtro de los vendedores. Antes de caer, hicieron decenas de millones de euros.
Lo primero que debe saber el lector, si no está al tanto, es que uno no ingresa a los locales de la casa parisina Hermès y compra lo que se le ocurre si tiene con qué pagarlo, por más de que estos accesorios tengan un valor promedio que oscile entre los 7.000 y los 8.000 euros. Porque incluso con estos precios, la demanda es superior a la oferta de artículos.
A la hora de vender, esta empresa dedicada a la marroquinería de lujo tiene un filtro conformado por vendedores de mirada adiestrada que decide con un vistazo si el cliente que solicita una cartera Birkin o Kelly es “merecedor” del producto y recién entonces baja a buscarlo a la bodega o le responde con una mentira piadosa, de tipo “no quedan más” o, en otros casos, invitan al postulante a anotarse en una lista de espera de hasta seis meses para cuando llegue, hipotéticamente, la mercadería.
Esta exclusividad ha engendrado al menos dos mercados paralelos. El primero, archiconocido, es el de las falsificaciones que venden los manteros en las calles. El segundo, es el de “falsos clientes” formados para sortear el escrutinio de los empleados y revender los artículos triplicando a veces el valor en falsas boutiques.
A fines de enero, diez personas, de entre 24 y 57 años, fueron detenidas en París por “blanqueo de dinero y trabajo no declarado”, informa el diario Le Parisien. El periódico describe una banda dirigida por un francés de origen tunecino que desde hace cuatro años, junto a socios chinos, reclutaba “mulas” para comprar accesorios en los 21 locales de Hermès de Francia.
Los “falsos clientes”, muchas veces mujeres, eran vestidos con algunos productos de la marca y se aprendían los trucos para seducir a los vendedores. Contaban historias de una abuelita con cáncer terminal que merecía tal cartera o una noviecita extranjera que iba a celebrar un cumpleaños muy especial. A veces, eran descubiertos y expulsados, pero según Le Parisien las “mulas” podrían estar detrás de la mitad de la ventas de los negocios oficiales.
Una vez comprado el bolso o cartera, la reventa era realizada en el barrio del Faubourg Saint-Honoré, a pocos metros del Palacio del Elíseo, donde los compradores, unos pocos “elegidos” al tanto de su existencia, creían adquirir en tiendas autorizadas los preciados accesorios de marca varias veces más caras sin tener que pasar por la humillación del filtro ni las listas de espera.
“Eticamente, me sentía cómodo”
“Sabía que el problema que había detrás de lo que hacía era el lavado de dinero, la mafia”, admite Léo, un actor que ha aparecido en varias series y películas francesas. Era principalmente un trabajo secundario para ganar dinero sin perjudicarme”, explica este joven actor a Le Parisien.
“Éticamente, me sentía cómodo. También fue una forma de denunciar la absurda e inhumana política comercial de Hermès, que opera una selección arbitraria en su clientela y crea escasez de material. Esto me resulta personalmente chocante”, asegura.
La Policía estima que la banda ganaba un millón de euros por mes. En la investigación los agentes llegaron a descubrir una cartera de cocodrilo vendida a 45.000 euros que había dejado a su “mula” 13.000 euros de comisión.
El total del botín, valuado en decenas de millones de euros, era luego para invertido en inmuebles en Túnez o Portugal.
Publicado originalmente por RFI
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