Miles de damnificados en La Lima, en el norte de Honduras, donde este martes la reina Letizia visitó un albergue, siguen clamando por ayuda para reponerse de los daños que les causaron las tormentas tropicales Eta e Iota, en noviembre pasado.
EFE, Germán Reyes
«Perdimos todo, salimos solo con lo que andamos, la ropa», dijo a Efe José Evelio Vargas en el albergue del Instituto Patria, de La Lima, donde están viviendo unas 131 familias, que superan las 500 personas, entre niños, mujeres y hombres, algunos de ellos ancianos y otros con impedimentos físicos.
DAMNIFICADOS PIDEN AYUDA PARA UNA CASA
Vargas indicó que vive en el barrio Municipal y que su casa, de madera, «está de lado», después de más de un mes sumergida en el agua, desde el 4 de noviembre, cuando se produjo la primera gran inundación a causa de las torrenciales lluvias que dejó Eta.
Menos de dos semanas después del paso de Eta, el país centroamericano sufría otras descomunales inundaciones a causa de Iota, a la que se sumó otro temporal lluvioso que terminó de sumergir el extenso y fértil valle de Sula, donde se localiza el municipio de La Lima, y San Pedro Sula, la segunda ciudad más importante de Honduras.
El norte y el occidente de Honduras son las regiones más afectadas por los fenómenos naturales.
Sobre su casa, Vargas, un obrero que gana un salario mensual de 3.800 lempiras (156 dólares), no tiene esperanzas de recuperarla «porque la madera se pudre en el agua».
Vargas, su mujer y un hijo de 10 años están viviendo en el segundo piso del albergue, en un aula del colegio, compartiendo con otras tres familias. Todos duermen en colchonetas.
El problema con el barrio Municipal, es que la primera inundación, a causa de las lluvias que descargó Eta, que antes fue huracán categoría 4 en la escala Saffir-Simpson¡ y que entró por Nicaragua, es que uno de los bordes de contención fue roto por el caudaloso río Chamelecón, que con su desbordamiento inundó toda La Lima.
En el albergue del Instituto Patria, en el que todavía hay aguas pestilentes estancadas, también está viviendo Leticia Gómez, quien recordó que «nos inundamos, perdimos todo», y que al barrio Municipal «no se puede entrar todavía».
«Todo está inundado, estamos muy afectados, vino la otra llena (Iota) y también volvió a llenarse, no sacamos nada, perdimos todo, el agua no sale de ahí, no sé si nos pueden ayudar, necesitamos que lleguen a revisar esos lugares porque todas esas casitas están inundadas, ahora no nos podemos ir de acá, todos estamos sin nada», subrayó.
Gómez, al igual que Vargas, desean que algun funcionario les garantice una nueva casa, porque tienen miedo de volver a su barrio «por peligroso» y «lo traicionero del río».
No menos grave es la situación de María Lourdes Vázquez, quien cargando en brazos a su hija Iliana Raquel Torres, de 4 años, relató a Efe que la niña sufre microcefalia.
«Mi hija no camina, no habla, pero estamos luchando con mi esposo», añadió la mujer, quien señaló además que tuvo cuatro hijos, de los que dos todavía dependen de ella y su esposo, porque son menores de edad.
La pequeña Iliana, que ha recibido tratamiento en la Fundación Teletón, apenas mueve la cabeza y las manos, y con sus expresivos ojos clama por ayuda.
MADRE CON DOS NIÑOS NO SABA ADÓNDE IR
Dunia Gómez, madre de dos niños, de 6 y 4 años, no sabe adónde ir y recién el sábado pasado se fue del albergue que funciona en el Instituto Guadalupano, privado, también de La Lima y cercano al Patria.
Por ahora, está alojada en un pequeña bodega de la casa de su padre, que también fue inundada, pero en el sector donde él vive, el nivel del agua, en el barrio Municipal, ya bajó.
«Aquí se inundó el 4 de noviembre, los pasillos aquí donde vivimos eran ríos», expresa Dunia y señala hacia lo que queda de su casa, sumergida casi en su totalidad, desde hace más de un mes.
En el mismo sector hay otras casas inundadas que pareciera que corrieron mejor suerte que Dunia, quien dijo además que no sabe adónde irá con sus hijos, «porque dicen que la zona no será habitable, pues van a reparar los bordos».
«No sé para dónde vamos a agarrar», recalcó Dunia, quien con una de sus hermanas sobrevive «vendiendo tortillas» de maíz y de harina de trigo, «porque de hambre no nos vamos a morir y tenemos que trabajar de lo que haya porque somos mujeres trabajadoras».
A LA REINA LA TRAJO DIOS
Contiguo al barrio Municipal se localiza el Rivera Martínez, que también sigue inundado, pese a que un motor, facilitado por una empresa azucarera, lleva varios días extrayendo el agua estancada desde hace más de un mes.
El barrio Rivera Martínez también está cercano al río Chamelecón y situado a orillas de la autopista que comunica a San Pedro Sula, La Lima y El Progreso.
La visita de la reina Letizia de España trascendió este martes en los albergues de La Lima, incluso en los campamentos improvisados con plásticos, lonas y palos, a orillas de la autopista, y en algunos casos en dos de sus cuatro carriles.
Celia Medina, de 70 años, habitante del Martínez Rivera, junto a dos de sus hijos, casados, dijo a Efe que la inundación «no nos dio tiempo de sacar nada», y que por eso «estamos viviendo en la autopista», de las que a uno 20 metros, en una hondonada, está su casa.
«Ahí están mi casa y las de mis hijos, no están destruidas, pero no podemos entrar porque están llenas de lodo todavía», añadió.
Celia comentó que «las noticias están diciendo que aquí anda la reina de España» y que le «alegra que nos anda visitando».
«A ver qué nos trae, le damos gracias a Dios, porque fue Dios el que la mandó a nuestro país», acotó.
La reina Letizia, quien llegó el lunes al norte de Honduras con ayuda humanitaria para los damnificados, conoció en La Lima parte del dolor que están sufriendo los damnificados que dejaron Eta e Iota en menos de dos semanas en varias regiones del país.
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