Antigua y Barbuda propuso a la ecuatoriana María Fernanda Espinosa como candidata a la secretaría general de la Organización de Estados Americanos, cargo que se renueva cada cinco años. Ello para disputarle la reelección de Luis Almagro en marzo de 2020.
Curiosamente, Espinosa es la candidata de Antigua y Barbuda, pues el gobierno de Ecuador emitió un comunicado aclarando que apoyaba a Almagro. En consecuencia, es la candidata de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), organización internacional fundada en 2004 en La Habana por Fidel Castro y Hugo Chávez.
O sea, Espinosa es la candidata del Partido Comunista cubano. El ALBA es un enclave castrista, financiado por petróleo venezolano, en medio de una región mayoritariamente democrática. Su política es apoyar las dictaduras de Cuba y Venezuela, habiendo hecho explicito en numerosas ocasiones “el compromiso de construir el Socialismo del Siglo XXI como única vía para alcanzar la soberanía e independencia de los pueblos»”.
Lo de socialismo es palabra hueca, cortina de humo retórica para ocultar los ilícitos y la corrupción de una organización criminal transnacional especializada en narcotráfico, minería ilegal y lavado entre otras actividades. Leemos con frecuencia que sus jerarcas, los “socialistas”, tienen cuentas bancarias por miles de millones.
Los últimos gestos de Antigua y Barbuda con respecto a Venezuela confirman hacia donde iría la OEA, de llegar Espinosa a la Secretaría General. En junio de 2018, el primer ministro caribeño, Caston Browne, expresó su solidaridad con el régimen de Nicolás Maduro. La muestra de apoyo más reciente es del 4 de noviembre de este año. Ese día Maduro y Browne se reunieron en Caracas con el propósito de «fortalecer los lazos de hermandad» entre Venezuela y Antigua y Barbuda.
Poeta y diplomática ecuatoriana que, entre septiembre de 2018 y septiembre de este año fue presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas, vale la pena recordar algunos “hitos” de la carrera de Espinosa. Despegó bajo el Gobierno de Rafael Correa, quien primero la designó canciller y luego la fue rotando entre diferentes cargos. Al asumir Lenín Moreno, Espinosa fue llamada a, nuevamente, ejercer el cargo de ministra de Relaciones Exteriores. Duró poco más de un año.
Varias polémicas la rodean. Su papel en el caso de Julian Assange ha sido objetado por la forma en la que nacionalizó y acreditó al activista australiano como diplomático ecuatoriano para que eludiera la justicia.
También están sus cuestionadas posturas sobre la dictadura de Nicolás Maduro. Al ser consultada, dijo en enero de 2018 que su país no se metería en los asuntos de Venezuela. «La Constitución [de Ecuador] habla claramente de la no injerencia en los asuntos internos de otros estados (…) Hemos sido un país que sigue, apoya y acompaña el proceso de diálogo que se inició con República Dominicana», dijo a los medios el 26 de enero de 2018.
En un famoso discurso habló del Ché Guevara, Fidel Castro y Hugo Chávez como líderes «ejemplares» que conducen a Latinoamérica «a puerto seguro».
Recientemente Espinosa fue denunciada por «despilfarro de los fondos del Estado» y medios como El Enfoque señalaron que la ex canciller se había convertido «en un gasto impúdico». A Ecuador le cuesta medio millón de dólares tener a María Fernanda Espinosa en la ONU, tituló la revista Metro luego de la publicación por parte del Observatorio de Gasto Público de varios documentos en los que se detallan los gastos de la entonces presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
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