En un trabajo especial de La Vida de Nos titulado Jóvenes que se emocionan, jóvenes que actúan, se recopilan una serie de historias de muchachos venezolanos a los que les ha tocado hacerse adultos en una realidad terriblemente adversa.
La historia de José Daniel Hernández, un joven venezolano en Guayaquil, es una de ellas y da muestra de cómo esta población que tuvo que hacerse espacio en un ambiente lleno de obstáculos se convirtió en una generación madura, valiente y comprometida.
A continuación la historia:
Darse la mano hasta el último momento
José Daniel Hernández es un ingeniero industrial venezolano que migró a Guayaquil (Ecuador). Allá desarrolló su vieja afición por la carpintería, lo cual le permitió tener un gesto solidario con una vecina… La historia la cuenta Jefferson Díaz, con ilustraciones de Shari Avendaño en esta infografía para la serie.
Esta historia forma parte del proyecto Crecidos en la adversidad, el que puede leer completo en La Vida de Nos.
Los jóvenes venezolanos han debido hacerse adultos en una realidad terriblemente adversa. Han crecido en un país de instituciones descompuestas y en medio de profundas carencias. Les ha tocado hacerse su espacio en un ambiente lleno de obstáculos. En La Vida de Nos hemos podido conocer, desarrollar y compartir historias de jóvenes que conforman una generación madura, valiente, comprometida, resiliente y solidaria.
Los miembros de esta generación son dueños de una madurez forjada en una realidad que sus padres llaman crisis pero que para ellos es la forma como han debido enfrentar la vida, por lo que siempre hemos apostado a ellos con una enorme esperanza. Sus historias representan nuestra visión del porvenir de Venezuela.
Es por esto que en este trabajo especial, Jóvenes que se emocionan, jóvenes que actúan, estaremos contando un «relato de relatos» , tanto en nuestro sitio como en las redes sociales de La Vida de Nos, sobre cómo los jóvenes venezolanos están viviendo y afrontando la nueva etapa de esta larga crisis que ha supuesto la llegada de la pandemia covid-19. Compilar historias, en medio de la larga y penosa debacle del país, que muestren cómo hay una generación dispuesta a reconstruirlo.
Para comenzar este relato, ponemos en contexto la situación en la que ya estaba sumida Venezuela antes de que llegara la pandemia a nuestras vidas. En este enlace, y basándonos en relatos de La Vida de Nos, repasamos ese duro 2017 en el que los jóvenes fueron los inevitables protagonistas (y principales víctimas) de una despiadada represión.
Luego de ese traumático año, el 2018 fue de esperanzas rotas, lo que acentuó la hemorragia de compatriotas abandonando el país, lo cual hicieron incluso caminando. Con esta segunda parte de ese resumen completamos el panorama de estos años que han debido atravesar nuestros jóvenes.
El mantra global es #QuédateEnCasa, pero en Venezuela las mayorías no pueden darse ese lujo. Sus precarias economías los obligan a salir a la calle todos los días. A hacer colas por comida. Pero también por el agua, por el gas, por la gasolina…
El fotógrafo zuliano Iván Ocando muestra cómo dejar de buscar comida a diario en Maracaibo no es una opción, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud recomiende quedarse en casa para evitar contagios de covid-19.
Y, en general, esa cartilla mínima global de lavarse las manos frecuentemente, hacer teletrabajo y recibir clases online, es un lujo que no está al alcance de las mayorías en esta Venezuela a la que, además, le llegó la pandemia. De hecho, los que podemos quedarnos en casa, no dejamos de preguntarnos cómo están haciendo niñas como Mariana, la “mamá” de 16 años de la comuna de niños de Sabana Grande. O Zayda, que vive con su hijo donde la agarra la noche
El venezolano común, viva dentro o fuera del país, sabe que su economía es frágil. Es lo que le tocó vivir a Alejandro: tras 5 años de haber migrado a Argentina, una nueva crisis golpeó su cotidianidad: perdió su empleo en medio de la covid-19. Ese trabajo que le había permitido sacar a su familia de Venezuela, lo dejó en una inestabilidad mayor. Por fortuna, ese confinamiento por el que perdió el empleo, le permitió ayudarse con un trabajo en internet. Su responsabilidad sigue siendo la misma, sea dentro o fuera del país: velar por los suyos. Eso sí, sabe que estando lejos de Venezuela el asunto es más complicado. La de Alejandro es la historia de tantos jóvenes que deben velar por sus mayores.
Y en medio de la preocupación mundial por la pandemia, los venezolanos, estén donde estén, tienen en la incertidumbre ante su futuro económico un motivo adicional de preocupación. Sin embargo, dos valores están muy presentes en ellos: la resiliencia y la solidaridad.
En este trabajo especial nos hemos propuesto contar esas historias de Jóvenes que se emocionan, jóvenes que actúan.
Siga leyendo en La Vida de Nos
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.