Los incidentes violentos continúan este miércoles 14 de julio en algunos puntos de Suráfrica a pesar de las intervenciones de la Policía y del Ejército, que intentan ahora frenar el crimen organizado para estabilizar la situación y hallar a los responsables iniciales de instigar esta oleada de disturbios.
El último balance oficial difundido anoche por la policía indicó que el total de víctimas mortales por los disturbios y saqueos ocurridos desde el pasado viernes asciende a 72, mientras que los detenidos superan los 1.200.
Esta mañana, aunque por el momento son más reducidos que en las pasadas jornadas, aún hay disturbios en algunos puntos de las dos regiones afectadas por la oleada de violencia, que son la oriental provincia de KwaZulu-Natal y la provincia de Gauteng (donde se encuentran Johannesburgo y Pretoria).
«Estamos apretando el acelerador para que lo que ha pasado no vaya a más en términos de destrucción», prometió el ministro de Seguridad surafricano, Bheki Cele, en declaraciones a los medios durante una visita este miércoles a un centro comercial devastado en el distrito de Mamelodi, a las afueras de Pretoria.
Pese a que en las pasadas jornadas los incidentes fueron masivos, el alto funcionario incidió en la hipótesis de que las bandas del crimen organizado vienen espoleando los incidentes para cometer sus delitos con impunidad.
«El crimen organizado podría estar escondiéndose detrás del hambre, de los problemas sociales de la comunidad», apuntó Cele.
También aseguró que las operaciones de inteligencia policiales impidieron el martes que en KwaZulu-Natal fueran quemados un hospital y varios edificios gubernamentales.
Asimismo, la policía busca a los responsables de instigar la violencia, porque en un principio los incidentes habían empezado como protestas por el encarcelamiento del polémico expresidente Jacob Zuma (2009-2018) por desacato judicial, al negarse repetidamente a declarar por corrupción.
En ese sentido, de acuerdo con los medios locales, se investiga a personas del entorno cercano del exmandatario.
Aun así, tanto Cele como el planteamiento policial están siendo blanco de duras críticas, porque las fuerzas de seguridad se vieron totalmente incapaces de controlar la oleada de vandalismo.
De hecho, tanto ayer como durante esta noche, en muchos lugares de Gauteng y KwaZulu-Natal las propias comunidades locales se organizaron para montar guardia e impedir los saqueos en aquellos puntos que aún no habían sido arrasados.
Las autoridades surafricanas, sin embargo, han advertido repetidamente en contra de tomar la justicia por cuenta propia.
Los extensos daños materiales en varias zonas de Suráfrica aún están por cuantificar y se teme que en los próximos días haya problemas de suministro de alimentos y de combustible, por lo que este miércoles muchos ciudadanos hacían cola desde primera hora en supermercados y en gasolineras.
Además, el lunes y el martes la violencia obligó a interrumpir algunos servicios básicos, como los servicios médicos para el tratamiento de condiciones de salud crónicas (como diabetes, tuberculosis y VIH) y la aplicación de vacunas contra el covid-19.
El presidente surafricano, Cyril Ramaphosa, señaló que los incidentes son de una magnitud no vista antes en democracia y comparables con la convulsa transición que Suráfrica vivió a principios de los años noventa, tras el final del sistema segregacionista del apartheid.
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