Oppau, Alemania, 1921. Un grupo de empleados que trabajaba en una planta de BASF extrayendo nitrato de amonio almacenado en un silo se cansó que tener que utilizar picas para extraerlo, ya que se trata de un producto que se solidifica al ser almacenado en grandes cantidades. Había 4.500 toneladas.
Se les ocurrió una solución para acelerar el trabajo: una pequeña explosión les ayudaría a deshacer el material con mayor facilidad. Utilizaron dinamita. El resultado fue una explosión tan grande que marcó un hito en los desastres de este tipo: 500 muertos, 2.000 heridos, el 80% de los edificios de la ciudad desechos y un cráter de 125 metros de largo por 19 de profundidad.
Casi 100 años después, el nitrato de amonio es señalado como causante de las explosiones en Beirut. Es la base de muchos fertilizantes nitrogenados, y ha causado no sólo varios accidentes industriales de gran escala, sino también atentados terroristas como el cometido en 1995 en Oklahoma City (EEUU) por un supremacista blanco o el ataque a la sede de la Asociación Mutual Israelita (AMIA) en Buenos Aires, en 1994.
Según los reportes de las autoridades libanesas, las explosiones, que dejaron más de 100 muertes, fueron causadas por el estallido de 2.750 toneladas del nitrato que estaban almacenadas en el puerto de la capital del país. “Es una cantidad pequeña y una compra normal para un productor agrícola”, ha declarado un portavoz de la empresa a la agencia Reuters. Pero los antecedentes inevitablemente levantaron las sospechas.
El nitrato de amonio es una sal blanca e inodora que se utiliza como base para muchos fertilizantes nitrogenados en forma de gránulos, aminonitratos, altamente solubles en agua y que los agricultores compran en grandes bolsas. No son productos combustibles, sino oxidantes.
Su detonación es posible en dosis medias y altas y en presencia de sustancias combustibles o fuentes intensas de calor. Por ello, el almacenamiento del nitrato de amonio debe seguir estrictas normas para aislarlo de líquidos inflamables (gasolina, aceites, etc), líquidos corrosivos, sólidos inflamables o sustancias que emiten calor, entre otras sustancias prohibidos, según una hoja técnica del Ministerio de Agricultura francés.
El nitrato de amonio ha sido protagonista de numerosas tragedias -accidentales y criminales- en el mundo.
Los primeros accidentes
Una de las primeras grandes explosiones con este químico ocurrió en una planta de Alemania, hace casi un siglo: septiembre de 1921. El estallido en Oppau causó la muerte de 561 personas y formó un cráter de 125 metros de largo, oyéndose a más de 300 kilómetros de distancia.
En 1947, ocurrió en Texas el peor desastre industrial de la historia estadounidense. Un navío francés se disponía a trasladar 2.300 toneladas de nitrato de amonio. Todavía estaba atracado cuando se detectó humo en las bodegas. Rápidamente, se desplegaron los esfuerzos por extinguir los incendios, sin éxito. Pero un error fue determinante: el capitán ordenó utilizar el sistema de vapor (un método válido para otros tipos de incendios, pero fatal para los químicos que producen su propio oxígeno), lo que contribuyó al fuego y convirtió el nitrato de amonio en óxido nitroso.
El incendio y el inusual color anaranjado del humo había atraído una multitud a la costa, creyendo que estaban a una distancia segura. A las 9.12, la temperatura llegó al umbral explosivo y se desató el infierno. El número oficial de muertes es de 576, pero se cree que fue mayor. Casi 1.000 edificios quedaron destruidos y la explosión fue tan grande que el ancla se encontró a casi tres kilómetros del lugar. Más de 6.000 toneladas de acero del buque volaron por los aires.
Esta tragedia fue un aviso para la ingeniería civil sobre el posible uso de estos explosivos, más baratos que otros, pero también alertó a los grupos criminales.
Los atentados
En agosto de 1970, se registró el primer uso terrorista en Estados Unidos del ANFO, que es cuando el nitrato de amonio se combina con un combustible. Los antisistema de La Banda del Año Nuevo colocó un cochebomba con una tonelada de este material en el Centro de Investigación Matemática del Ejercito, ubicado en la Universidad de Wisconsin-Madison. En el ataque murió un estudiante y otros tres resultaron heridos.
Según diversos informes, el nitrato de amonio montado en una camioneta fue el explosivo utilizado en el ataque a la AMIA en Buenos Aires, que dejó un saldo de 85 víctimas fatales. El ataque ha sido precisamente atribuido al grupo terrorista libanés Hezbollah, vinculado a Irán.
Un año después, Estados Unidos sufrió el que sería hasta ese momento el ataque terrorista más mortífero: Timothy McVeigh detonó una bomba hecha con más de dos toneladas de fertilizante frente a un edificio federal en Oklahoma. El saldo fue de 168 muertos y cerca de 700 heridos.
McVeigh, un veterano de guerra, fue arrestado menos de dos horas después del ataque. El extremista republicano y católico se declaró culpable y explicó que se trató de una venganza por la muerte de supremacistas blancos y miembros una secta religiosa. Fue ejecutado en 2001 con una inyección letal.
Otras organizaciones terroristas, como el Ejército Republicano Irlandés Provisional (IRA) o la nacionalista vasca ETA (Euskadi Ta Askatasuna) lo han usado en sus ataques.
Entre otras tragedias accidentales, está la de Toulouse (Francia), donde unas 300 toneladas de nitrato de amonio almacenado a granel en un hangar de la planta química AZF, explotaron el 21 de septiembre de 2001, dejando 31 fallecidos. La deflagración se escuchó a 80 kilómetros a la redonda.
También en Texas, una terrible explosión en la planta de West Fertilizer, dejó 15 muertos en 2013, tras explotar un depósito de nitratos de amonio por un incendio provocado. Los investigadores cuestionaron la ausencia de estándares de almacenamiento para el producto en la planta texana.
(Con información de AFP)
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