Colombia está entrenando a docenas de inspectores para descubrir casos de trata y explotación laboral, en respuesta a las necesidades de los migrantes provenientes de Venezuela que están en alto riesgo de convertirse en víctimas de tales crímenes, comentaron las autoridades el miércoles.
Alrededor de 1,3 millones de venezolanos han cruzado a su país vecino Colombia, huyendo de la tormenta política y económica, y sus serias dificultades los hacen vulnerables al trabajo forzado y a la explotación, agregaron.
Dirigiéndose a los inspectores de trabajo nombrados en su primer día de capacitación, el viceministro de trabajo de la nación, Andrés Felipe Uribe, dijo que el equipo estaba a la vanguardia de los esfuerzos por erradicar “el flagelo” de la trata de personas.
“Es un cuerpo elite”, dijo Uribe, “estamos luchando contra un crimen, luchando contra un drama social en contexto de … un flujo migratorio que estamos recibiendo.”
Alrededor de un tercio de todos los casos de trata de personas en Colombia involucran a víctimas de trabajo forzado y explotación.
Pocos casos de explotación laboral en Colombia son perseguidos, y solo 21 casos de presunto trabajo forzado y mendicidad fueron reportados por las autoridades colombianas el año pasado, según el Informe sobre Trata de Personas de 2019 del Departamento de Estado de EE. UU.
Colombia condenó a solo 19 personas por trata de personas, frente a las 21 de 2017, según el informe.
Su Ministerio de Trabajo “no ha hecho los suficientes esfuerzos para identificar o investigar casos de trabajo forzado”, indicó el informe, recomendando a los inspectores de trabajo recibir capacitación sobre trata de personas.
El objetivo de la capacitación es enseñarles a encontrar pruebas concretas que puedan ser utilizadas para juzgar estos casos de manera exitosa.
Aprenderán a interrogar eficazmente a los empleadores y a los trabajadores, y a detectar signos de coerción en su comportamiento, de acuerdo a un manual que utilizarán.
Buscarán señales que indiquen que los trabajadores están forzados a vivir donde trabajan, como por ejemplo colchones, jabón y toallas, así como signos de trabajo forzado, como ventanas y puertas trabadas con candado, y carteles que muestran cuándo los trabajadores pueden comer, dormir y lavarse, expresó.
“Hay que prepararnos para que estas denuncias tengan un buen recibo”, indicó Mario Gomez, un fiscal de alto rango de la república.
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Las víctimas de trabajo forzado, incluidos los niños, se encuentran en la minería, la agricultura y la recolección de coca, el ingrediente crudo de la cocaína, comentó Gómez.
El trabajo infantil es impulsado por la pobreza y las actitudes culturales locales que lo consideran “normal”, dijo el inspector de trabajo Juan Carlos Ballesteros en la sesión de capacitación.
En la región desértica del norte de Colombia, La Guajira, que limita con Venezuela, los niños pequeños de ambos países hurgan en vertederos de basura, trabajan como vendedores ambulantes y en minas de sal, venden gasolina de contrabando y mendigan en las calles.
Con información de La Patilla