Los incendios que arrasan Indonesia han provocado una crisis medioambiental, sanitaria y diplomática con los países vecinos que se ha recrudecido en las últimas semanas con el aumento de los fuegos, que comenzaron en junio con la llegada de la temporada seca.
Desde principios de septiembre, la nube de humo ha obligado a cerrar escuelas, cancelar y retrasar cientos de vuelos y empeorado la calidad del aire hasta niveles insalubres en las islas de Sumatra y Borneo, así como en Singapur y Malasia, que han pedido a Indonesia que tome medidas.
Muchos temen que estos incendios alcancen la gravedad de los sufridos en 2015, el peor año en dos décadas y cuyo impacto económico en la economía indonesia superó al del tsunami que azotó el archipiélago y otros países del océano Índico en 2004.
Estas son las claves del desastre medioambiental
Los pulmones del Sudeste Asiático:
La masa forestal de Indonesia, la octava mayor del mundo y la tercera si sólo se cuentan selvas tropicales, cubre cerca del 50 por ciento del territorio del país y, al absorber una gran cantidad de dióxido de carbono, es un importante recurso para combatir el cambio climático.
Además, Indonesia cuenta con grandes extensiones de turbera, un suelo rico en materia orgánica y carbono que, al secarse y quemarse para abrir paso a cultivos, emite una gran cantidad de gases contaminantes.
En gran parte del territorio de las islas de Sumatra y Borneo, las plantaciones de aceite de palma han reemplazado a la selva y aupado a Indonesia al primer puesto del mundo como productor de este cultivo, que da empleo a millones de indonesios.
La deforestación no solo amenaza el ecosistema de centenares de especies protegidas como orangutanes o elefantes, además agrava los efectos de desastres naturales como deslizamientos de tierra o sequía y priva de sustento a comunidades que viven del bosque.
Los efectos de El Niño:
Antes de los incendios de este año, organizaciones ecologistas advirtieron del fenómeno climatológico de “El Niño”, que ha provocado uno de los años más secos en Indonesia desde 2015, cuando los incendios quemaron una extensión de 2,6 millones de hectáreas.
Entre 2016 y 2018, la pérdida de bosque se redujo en parte a causa de la alta humedad durante la temporada seca, lo que llevó al Gobierno a asegurar que sus medidas para evitar la deforestación estaban funcionando.
Sin embargo, este año la tasa de deforestación puede aumentar drásticamente, ya que la comparativa entre 2015 y 2019 del número de focos de calor detectados por satélite durante el mismo periodo, que indica la posible presencia de incendios, muestra grandes similitudes.
Sospechosos habituales:
Los incendios son provocados en parte por empresas de aceite de palma, madereras y papeleras, de las que el Gobierno investiga este año a más de una treintena, o por pequeños agricultores, que utilizan técnicas de quema y tala para despejar cultivos.
Además, a raíz del desastre en 2015, el Gobierno implementó una serie de medidas, como la ley de protección de turbera en 2016 o una moratoria en la concesión de permisos para la explotación de bosque primario y turbera, que se ha hecho permanente este año.
Las empresas y gobiernos locales a menudo sortean las prohibiciones y moratorias mediante las revisiones sobre el estatus que tiene un terreno, que puede pasar de protegido a explotable después de ser quemado.
La diplomacia del humo:
Las quejas a nivel diplomático a causa de los perniciosos efectos del humo que se extiende de Indonesia a Malasia y Singapur suelen repetirse durante cada temporada seca.
Esta año, tras un aumento en el número de incendios en septiembre, Indonesia negó que el humo afectase a estos países, lo que ha provocado tensiones diplomáticas con Malasia, cuya ministra de Medioambiente , Yeo Bee Yin, acusó a su homóloga indonesia, Siti Nurbaya, de “negar la realidad”.
El infierno de 2015:
Los incendios de 2015 causaron unas pérdidas valoradas en 16.000 millones de dólares (14.300 millones de euros), según datos del Banco Mundial, y el humo provocó enfermedades respiratorias y muertes prematuras en Brunéi, Malasia y Singapur.
Aquel año la nube contaminante que originaron las llamas alcanzó tal gravedad que el presidente de Indonesia, Joko Widodo, solicitó la ayuda de Japón, Malasia, Rusia y Singapur para combatir las fuegos, una asistencia que ya le han ofrecidos este año Malasia y Singapur.
EFE
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