Pese a seguir los bombardeos rusos sobre las zonas del Donbás controladas por Ucrania, muchos habitantes de la región se resisten a dejar su casa, por encima del riesgo que corren sus vidas, la falta de suministro de gas y la campaña de «evacuación obligatoria» de las autoridades ucranianas.
Unos cuatro mil residentes han abandonado las zonas en peligro en Donetsk desde el 1 de agosto, cuando se inició la evacuación obligatoria organizada, en un intento de trasladar a más personas a un lugar seguro.
Todavía quedan en la región unos 350.000 residentes, según informó el jefe de la administración militar regional, Pavlo Kyrylenko, en su comparecencia del viernes ante la prensa.
Junto a los peligros de la ofensiva rusa, la evacuación se debe principalmente a la imposibilidad de preparar las infraestructuras de la región para las temperaturas más frías del invierno.
Según la viceprimera ministra, Iryna Vereshchuk, directora del Centro de Coordinación de la evacuación, no hay suministro de gas en la región y el de electricidad es intermitente.
Pese a llamársele evacuación obligatoria, nadie está realmente forzado a marcharse. Las autoridades han simplificado las normas de evacuación de los niños, mientras se calcula que 50.000 menores permanecen en la región. Los residentes que rechazan la oferta de evacuación deben hacerlo constar explícitamente por escrito.
Valentin, de 75 años y habitante de Kramatorsk, afirma que las autoridades aún no se han puesto en contacto con él, aunque sabe que los funcionarios han pedido a los residentes que se marchen lo antes posible.
Por ahora, no tiene previsto abandonar su ciudad. «¡Confiamos en las Fuerzas Armadas ucranianas!», afirma a Efe por Messenger. Sostiene que la mayoría de sus conciudadanos comparten su parecer.
«Los que querían irse, ya lo hicieron», añade Valentín, para quien la ciudad sigue llena de vida. A pesar de los bombardeos, muchas tiendas están abiertas, hay suficientes productos y el transporte público funciona.
Admite que los bombardeos constantes le asustan. También que es difícil vivir sin suministro de gas, interrumpido tras resultar dañado un conducto de la región de Járkov.
Sin embargo, espera que los rusos se alejen pronto hacia la frontera y el suministro de gas se reanude para el invierno. Valentín y su familia cocinan con un fogón eléctrico.
Lo que frena a muchos ciudadanos a marcharse es la incertidumbre ante lo que les esperará lejos de su hogar, así como el temor a qué ocurrirá con la casa que dejaron, si se marchan.
La viceprimer ministra Vereshchuk ha garantizado que todos los desplazados van a acceder gratuitamente a un techo sobre sus cabezas en las partes del país más seguras. Dice que se han destinado fondos adicionales a mejorar las condiciones de vida en los alojamientos de acogida.
Aun así, y pese a los esfuerzos de organizaciones de voluntarios, de caridad y de las autoridades locales de toda Ucrania, la oferta puede no ser tan atractiva.
Anna sí abandonó Kramatorsk en primavera con su familia. Afirma que tuvo una muy buena acogida en el oeste de Ucrania, que se les trató muy bien, pero su alojamiento sigue siendo precario.
Sus padres han estado alojados en una escuela de Drohobych (oeste), pero temen que deberán mudarse de nuevo con el regreso de los niños a clase, en septiembre. Les ofrecieron trasladarse a otra escuela abandonada, que necesita urgentemente reparaciones.
«Sienten que tal vez deben volver a Kramatorsk si no hay otra opción», lamenta Anna. Las ayudas que reciben del Estado no son suficientes, añade, y no tienen dinero para alquilar una vivienda. Sin embargo, no duda: «La gente tiene que abandonar la región porque lo prioritario es seguir vivo».
Puede ser que a la población acabe no quedándole otro remedio que marcharse en el último minuto. Las tropas rusas practican la estrategia de la «tierra quemada» y destruyen pueblos enteros de la zona protegida por el ejército ucraniano.
Una unidad especial de la Policía Nacional en Donetsk, llamada «Ángeles Blancos», ha estado evacuando a la población de Marinka, donde la artillería rusa ha sido implacable desde hace semanas.
En una de las últimas incursiones, un anciano local sólo accedió a marcharse cuando la policía activó el mensaje de audio de su nieta, que le dijo que era lo más importante en su vida y le rogó que aceptara la evacuación.
El equipo evacuó a unos 1.500 habitantes antes de que un proyectil impactara cerca de su coche el viernes, hiriendo a dos de los policías.
Ese mismo día, tres personas murieron y un centenar de viviendas resultaron dañadas en uno de los últimos bombardeos mortales de Kramatorsk. EFE
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