Cientos de vendedores ambulantes en Nueva York, en su mayoría inmigrantes, exigieron este jueves a la ciudad que apruebe una reforma a este sector para que se les considere como pequeños negocios y se aprueben más licencias que les permita trabajar legalmente con el fin de evitar cuantiosas multas y el decomiso de su mercancía.
EFE
También piden como parte de esa reforma que se expandan los lugares designados para ventas en la calle.
Los vendedores, de diversos grupos étnicos y que portaban carteles en varios idiomas con sus demandas, realizaron una protesta frente a la Alcaldía donde lanzaron su iniciativa «Reforma de vendedores ambulantes» apoyados por una coalición de organizaciones de diversos sectores y varios concejales.
«Amo Nueva York. Tenemos que estar agradecidos con los trabajadores esenciales mejorando las ventas en las calles», decía un mensaje en árabe mientras que un vendedor latino mostraba un letrero en que afirmaba que «legalizar el comercio minorista es un deber moral».
Estos trabajadores han reclamado por años que la ciudad amplíe las licencias para vender legalmente en la calle, ya que fueron congeladas en 1979 y los trabajadores han estado vendiendo sin permisos, exponiéndose a una multa de 1.000 dólares, que a menudo es la cantidad que venden en una semana, o alquilando un permiso (por cantidades de hasta 25.000 dólares) a quienes lo tienen hace años, en un mercado clandestino.
Actualmente, hay más de 10.000 personas en la lista de espera de permisos para venta de alimentos y 11.926 individuos para la venta de otro tipo de mercancía, según datos del Proyecto de Vendedores Ambulantes.
En 2021, tras una intensa lucha de varios años, el Consejo (legislativo municipal) solo aprobó 4.450 nuevos permisos para vender comida en el transcurso de los próximos 10 años, pero el Departamento de Salud aún no comenzó a emitir las nuevas licencias.
«He soñado con ser dueña de un camión de comida para poder vender pastelería de África occidental», dijo en su lengua natal Rose Goba, que luchó por las nuevas licencias pero no se beneficiará porque su número en la lista de espera es muy alto.
Los trabajadores buscan con la reforma que se cree una división en la Administración de Pequeños Negocios dedicada a los vendedores ambulantes y recibir así un trato justo ya que pagan impuestos.
Entre los concejales que apoyan los reclamos está Pierina Sánchez, de origen dominicano, quien recordó que su padre fue vendedor ambulante, tanto en la República Dominicana como en Nueva York y que tiene familiares que venden en las calles.
La concejal citó estadísticas de 2012 de que los vendedores ambulantes pagaron ese año 71,2 millones de dólares en impuestos locales, estatales y federales, que aportaron 293 millones a la economía local y que generaron ganancias por 192 millones.
Se estima que en Nueva York hay 20.000 vendedores en las calles de la ciudad.
Los concejales apoyaron una reforma que saque la venta ambulante de las sombras y afirmaron que estos vendedores «son el alma y corazón de la ciudad, los que nos alimentan, dicen buenos días y te conectan con tu cultura».
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