Escuchar a los científicos, actuar coordinadamente y ayudar financieramente a las zonas afectadas. Bruselas ha dado a conocer este lunes su criterio sobre cómo deben afrontar los Veintisiete la crisis del coronavirus. El cierre de fronteras es competencia de los Estados miembros, y la posibilidad de que se inicie una cascada de interrupciones del espacio Schengen preocupa al Ejecutivo comunitario, firme partidario de la unidad de acción. En una comparecencia convocada de urgencia para la mañana de este lunes, la comisaria de Salud, Stella Kyriakides, puso en duda la efectividad del cerrojazo, y recordó que las restricciones a la libre circulación no figuran de momento entre las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
Por EL PAÍS
A su lado, el comisario de Gestión de Crisis, Janez Lenarcic, insistió en que no se dan las condiciones para que los socios comunitarios restablezcan los controles fronterizos. El dirigente esloveno cree que cualquier decisión debe ir precedida de un análisis de riesgos, ser proporcionada y haber sido acordada coordinadamente con el resto de países del club comunitario. «Schengen permite la reintroducción de restricciones temporales, pero solo deben producirse si se dan los criterios que acabo de citar», pidió Lenarcic.
El Ejecutivo comunitario teme que el coronavirus consiga lo que no logró la espinosa negociación del Brexit: romper la unidad de acción de los Veintisiete en pos de una suerte de sálvese quien pueda. «Es importante que respeten plenamente las instrucciones de la OMS y el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC). He pedido a los Estados miembros coordinar sus acciones y compartir informaciones», informó Kyriakides.
Bruselas ha respaldado la gestión de la crisis por parte de Italia, que califica de rápida y transparente. Y tras más de 2.600 muertes e infectados en 29 países, se prepara para lo peor. «Trabajamos en diversos planes de urgencia, en diversos escenarios», señaló Lenarcic, sin concretar más. Un eventual cierre de fronteras supondría un importante golpe económico para un continente que ha hecho del vigor del comercio entre sus miembros una de sus razones existenciales. «El impacto sobre la economía dependerá de la duración y la amplitud del fenómeno», explicó el político esloveno. Bruselas, sin embargo, asegura enfocar la crisis desde una óptica más sanitaria que económica. «Lo más importante es la salud pública y eso determinará todas nuestras acciones», añadió Lenarcic.
La intervención conjunta de los dos comisarios sirvió para anunciar un paquete de ayudas de 232 millones de euros para combatir la crisis. La mitad del dinero irá a parar a la OMS para que lo invierta en países con sistemas de salud más vulnerables. Otros 90 millones se destinarán a un proyecto conjunto con la industria farmacéutica para buscar una vacuna, 10 millones para la investigación epidemiológica, 15 millones para impulsar los diagnósticos rápidos en África y tres millones para pagar los vuelos de repatriación de europeos asentados en China.
La Comisión Europea aguarda el resultado de la misión de la OMS y el ECDC que visita mañana Italia para examinar la situación sobre el terreno. Mientras tanto, junto al peligro de que se quiebre la unidad de los Veintisiete, los comisarios advierten contra la desinformación. Redes sociales como Twitter, donde cualquiera puede verter afirmaciones falsas sobre el virus, ya han actuado incluyendo en las búsquedas sobre la enfermedad un mensaje en el que se insta a los usuarios a informarse en instancias oficiales. «Estamos frente a una epidemia mundial, debemos actuar sobre la base de hechos científicos y cualquier otra interpretación no nos ayudará a luchar contra esta enfermedad», afirmó la comisaria de Salud.
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