La Marina brasileña anunció este viernes que hundió en el océano Atlántico un antiguo portaaviones francés que estaba fuera de servicio y que según la fiscalía estaba lleno de residuos tóxicos, en una decisión criticada por ONGs ambientales.
AFP
El «hundimiento planificado y controlado, ocurrió al final de la tarde» del viernes, a unos 350 km de las costas brasileñas, en una zona con una «profundidad aproximada de 5.000 metros», informó la Marina en un comunicado.
La decisión, anunciada esta semana, causó polémica, porque el antiguo portaaviones «Foch», de 266 metros de eslora, está lleno de amianto, pinturas y otros desechos tóxicos, según varias ONG y la fiscalía.
«Los restos de la embarcación actualmente cuentan con 9,6 toneladas de amianto, sustancia con potencial tóxico y cancerígeno, además de 644 toneladas de tintas y otros materiales peligrosos», afirmó esta semana el Ministerio Público Federal (MPF) de Brasil, que intentó frenar el hundimiento con múltiples recursos ante la justicia.
«Una nota técnica del Instituto Brasileño de Medioambiente (Ibama) apunta hacia un riesgo de daños ambientales graves en caso de un eventual hundimiento, especialmente porque el casco está averiado», argumentaba el MPF.
El buque, que deambuló durante meses en el Atlántico sin puerto que lo acogiera, fue descrito como «un paquete tóxico de 30.000 toneladas» por la organización francesa Robin des Bois.
Hundimiento espontáneo «inevitable»
Pero la Marina y el Ministerio de Defensa de Brasil anunciaron la noche del miércoles que no había otra opción debido a su mal estado y tras no haber encontrado un puerto que lo recibiera. De lo contrario, «un hundimiento espontáneo» del casco era inevitable, señalaron.
La operación ocurrió poco después de la autorización de un un juez de segunda instancia, que rechazó un pedido de la fiscalía, según la prensa brasileña.
Frenar el hundimiento «probablemente» sería «inútil», dada «la inminencia de hundimiento espontáneo del casco, que en nada favorecería el medio ambiente y podría traer riesgos a la vida de la tripulación involucrada en el remolque», escribió el juez del Tribunal Regional Federal de Región 5 (TRF-5) en su decisión, según el portal G1.
El magistrado autorizó la operación pese a considerarla una solución «trágica y lamentable», según G1.
La Marina asegura que escogió el lugar basándose en estudios técnicos propios que tuvieron en cuenta «la seguridad de la navegación y el medio ambiente», especialmente la «mitigación de impactos a la salud pública, actividades de pesca y ecosistemas».
Navegando sin rumbo por el Atlántico
El portaaviones, en manos de Brasil desde 2000 y rebautizado «Sao Paulo», fue llevado hasta el punto en el que fue hundido por un remolcador neerlandés, contratado por el astillero turco Sok Denizcilik.
El astillero lo había comprado en 2021 para desguazarlo pero amenazaba con abandonarlo si no encontraba un puerto que lo acogiera.
En junio de 2022, obtuvo la autorización de las autoridades brasileñas para transportarlo a Turquía para su desguace. Pero, cuando estaba a la altura del estrecho de Gibraltar, a finales de agosto, las autoridades ambientales turcas comunicaron que ya no era bienvenido.
Luego, Brasil lo había traído de regreso, pero sin permitirle atracar, alegando una «agravamiento de los daños» en el casco.
Después de varios meses frente al puerto de Suape, en el estado brasileño de Pernambuco (noreste), el astillero turco amenazó con abandonar el casco.
Construido en los años 1950 en Saint-Nazaire, en el oeste de Francia, el «Foch» estuvo durante 37 años al servicio de la Armada francesa, capaz de catapultar aviones de 12 a 15 toneladas a una velocidad de despegue de 278 kilómetros por hora.
Formó parte de los primeros ensayos nucleares franceses en el Pacífico en la década de 1960, y en operaciones en África, Medio Oriente y la extinta Yugoslavia entre los 70 y los 90.
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