El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, se burló este jueves de las presiones que partidos de izquierda y hasta grupos de derecha ejercen por su destitución y descalificó a sus promotores, de los que dijo que «no tienen nada que hacer».
EFE
En su habitual transmisión por las redes sociales de los jueves, Bolsonaro hizo alusión al pedido de un juicio político con miras a su destitución que la víspera presentaron a la Cámara de Diputados once partidos progresistas y varios movimientos de derechas que apoyaron al Gobierno en su momento y ahora engrosan la oposición.
Sobre estos últimos, los tildó de «ingratos» y «traidores», para luego asegurar que tiene apoyo de la «mayoría del Parlamento», por lo que ningún intento de desalojarlo del poder podrá prosperar.
«Vean las acusaciones. Dicen que soy genocida, que no uso máscara o que paseo en moto» con cientos de personas, dijo el mandatario en alusión a sus incumplimientos de normas en vigor para combatir la covid-19, que ya mató a más de 520.000 personas en Brasil y cuya gravedad minimiza.
Según Bolsonaro, quienes promueven su destitución, que le acusan de 23 delitos, muchos vinculados a la gestión del Gobierno frente a la pandemia, «son los mismos que quieren que vuelvan quienes estaban antes».
Se refirió así al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien lidera con holgura todos los sondeos para las elecciones de 2022, a las que se podrá presentar gracias a una decisión judicial que anuló las condenas que pesaban en su contra por presunta corrupción.
Bolsonaro, que en 2022 buscará su reelección, aseguró que la Corte Suprema «sacó a un ladrón de la cárcel para que sea presidente a través de un fraude» y reiteró su convicción de que la votación debe volver a ser en cédulas de papel, como hace más de dos décadas, para que sea «confiable» y «auditable».
Según el líder de la ultraderecha, las urnas electrónicas que el país adoptó hace veinte años «no son confiables» y favorecen «los fraudes», aunque admitió que no tiene pruebas de su afirmación.
Aún así, desafió a que «presenten alguna prueba de que no hay fraudes» con las urnas electrónicas, y se mostró confiado en que un proyecto que se discute en el Parlamento permitirá volver al voto con papeletas.
También reiteró que, si no fuera así, «habrá problemas en las elecciones» y «convulsiones en Brasil», pues solo le entregará el poder «a quien gane en forma limpia».
Bolsonaro, cuya popularidad cae al mismo tiempo que aumenta la popularidad de Lula, también enmarcó en los supuestos intentos de «desgastar al Gobierno» a una comisión del Senado que investiga la gestión de la pandemia y ya ha identificado sospechas de fraudes en la compra de vacunas y otras supuestas irregularidades.
«Es una estupidez», afirmó el mandatario, quien consideró «una vergüenza» que se investigue al Gobierno federal y no la gestión de «los gobernadores y alcaldes», que «cerraron todo» y «destruyeron millones de empleos» con la «excusa» del combate a la covid-19.
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