El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, participó este martes en un inédito desfile militar frente a la Presidencia y el Congreso en Brasilia, en medio de un clima de tensiones institucionales por sus reiterados ataques al sistema electoral.
AFP
Por la noche, la Cámara de Diputados asestó un duro golpe a Bolsonaro, al rechazar y archivar una propuesta para modificar el sistema de votación con urnas electrónicas vigente desde 1996, cuya fiabilidad el mandatario ultraderechista lleva años cuestionando.
Junto a los comandantes del Ejército, la Marina, la Aeronáutica y algunos ministros, Bolsonaro observó el convoy de vehículos militares desde lo alto de la rampa del Palacio de Planalto, con vista al Congreso y la corte suprema.
Formalmente, el acto fue organizado para que integrantes de las Fuerzas Armadas le entregaran la invitación a un ejercicio militar que ocurre anualmente desde 1988 a unos 80 km de la capital.
Pero fuera de cualquier fecha patria, el desfile de los blindados y otros vehículos militares por la región central de Brasilia, sede de los tres poderes, es apuntado por observadores como algo inédito desde la vuelta a la democracia en Brasil en 1985 y como un gesto de fuerza de Bolsonaro, cada vez más cercado por investigaciones judiciales y con su popularidad en declive.
Bolsonaro «usa el desfile de blindados como una tentativa de intimidar la corte suprema y el Congreso, para mostrar que las Fuerzas Armadas están a su lado y apoyan sus pedidos, inclusive los más controvertidos, como el regreso del voto impreso», dijo a la AFP Mauricio Santoro, profesor de Ciencia Política de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro (UERJ).
Assunto enterrado
La exhibición, que duró unos 10 minutos, fue calificada por opositores, e incluso por algunos de sus aliados, como un intento de intimidar al Congreso el día en que los diputados se aprestaban a votar la propuesta de emmienda a la constitución conocida como «PEC del voto impreso».
Tanto Bolsonaro como la Marina, que organizó el ejercicio militar, negaron cualquier conexión entre el desfile y las discusiones legislativas.
El mandatario pide que las urnas electrónicas impriman un recibo de los votos, con el fin de que puedan contarse físicamente.
Además, sostiene que hubo fraude en las dos últimas presidenciales y que él debía haber ganado en la primera ronda en 2018, alegaciones que no tienen fundamento según la justicia electoral y numerosos especialistas.
«Espero que aquí este asunto esté definitivamente enterrado», declaró el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, un aliado de Bolsonaro, tras cerrar la votación.
Para seguir avanzando en el Congreso, el texto necesitaba 308 votos favorables, pero solo recibió 229.
Pese a su derrota, «el tema del voto impreso seguirá como plataforma para su campaña, reforzando la idea de que él es el hombre contra el sistema y que será necesario un nuevo mandato y un nuevo Congreso para aprobarlo», explicó a la AFP Creomar Da Souza, de la consultora Dharma.
Uso inédito de las Fuerzas Armadas
Bolsonaro, un excapitán del Ejército nostálgico de la dictadura militar (1964-1985), intensificó las últimas semanas sus ataques contra Supremo Tribunal Federal (STF) y el Tribunal Superior Electoral (TSE), a cuyos jueces acusa de querer perjudicarlo en su búsqueda de la reelección, en 2022, lo cual provocó que sendas cortes ordenaran investigaciones en su contra.
El presidente, muy desgastado por su gestión de la pandemia, que deja más de 560.000 muertos en Brasil, enfrenta ademas una investigación por sospechas de que ignoró acusaciones de corrupción en la negociación por su gobierno de dosis de la vacuna india Covaxin.
Bolsonaro llegó a amenazar con la posibilidad de emplear un «antídoto» fuera de la Constitución contra esos procedimientos judiciales, a los que considera ilegales.
Desde que asumió el poder en enero de 2019, nombró a varios militares en ministerios y otros puestos clave del gobierno.
Pero para Santoro, cada vez más las Fuerzas Armadas están aceptando participar de sus «maniobras políticas», algo inédito desde el fin de la dictadura (1964-1985).
«Desde la redemocratización, los presidentes buscaron evitar conflictos con los militares, pero ninguno quiso utilizarlos de esa forma, porque existía un temor entre la élite política civil de politizar las Fuerzas Armadas. Bolsonaro rompe con ese consenso», apunta.
Durante el desfile, decenas de partidarios del gobierno se concentraron frente a la Presidencia, algunos portando pancartas pidiendo una intervención militar para «salvar a Brasil».
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