Joe Biden volvió a protestar este jueves ante la negativa de Donald Trump a reconocer los resultados de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre y facilitar la transferencia de poderes. El presidente electo insistió, como ya lo hizo antes esta semana, en que no impulsar la transición tendrá consecuencias negativas para EE.UU., especialmente en lo que se refiere a la gestión de la crisis sanitaria y económica del COVID-19, que vive un fuerte repunte en el país. El mismo día en el que Biden hablaba, EE.UU. superó el umbral del cuarto de millón de fallecidos por el coronavirus.
«No hay excusa para compartir los datos y que se nos permita empezar a hacer planes, porque si no en el primer día tardaremos más tiempo», dijo sobre el momento en el que se convierta en presidente, en su investidura del próximo 20 de enero. «Si no tenemos acceso a todos esos datos, nos va a poner por detrás en lo importante al menos un mes o más. Y eso son vidas. ¿Cuántas se perderán como consecuencia de ello?», protestó.
Biden realizó estas declaraciones en rueda de prensa tras un encuentro virtual con gobernadores de diferentes estados del país y de los dos partidos. El presidente electo trata de impulsar la transición pese al bloqueo de Trump -que no le permite acceder a informes de inteligencia ni le da el visto bueno de la Administración General de Servicios para arrancar el cambio de carteras-, con reuniones informales con actores clave de la vida política, social y económica de EE.UU.
Mientras Biden trata de dar una sensación de normalidad e institucionalidad, Trump prosigue en sus intentos de descarrilar la certificación de los resultados de las urnas. El presidente ha interpuesto demandas en estados donde los resultados son justos -e incluso en otros, como Míchigan, donde la ventaja de Biden es más amplia- que apenas han dado resultado y busca también evitar la certificación de resultados. Ayer, por ejemplo, recibió en la Casa Blanca a altos cargos republicanos de los poderes legislativos de Míchigan, como parte de su estrategia de buscar que los electores del estado le apoyen a él. La asamblea legislativa de cada estado puede decidir mandar sus propios electores (los compromisarios que eligen al presidente) si se considera que hay una «elección fallida», una opción que con seguridad derivaría en una crisis constitucional.
El presidente electo defendió que muchos republicanos con los que ha hablado piensan en privado que lo que hace Trump es «debilitante» para EE.UU., aunque apenas un puñado han dado el paso de reconocer la victoria del demócrata. «Estoy seguro de que él sabe que no ha ganado, que no va a poder ganar y que yo voy a ser investido el 20 de enero», dijo Biden. «No puedo entender sus motivos. Es indignante lo que está haciendo».
Biden, que ha tratado de mantener una posición mesurada desde las elecciones, endureció ayer un poco más su tono y calificó la negativa de Trump a reconocer su derrota como «otro incidente que le hará pasar como uno de los presidentes más irresponsables de la historia de EE.UU».
Biden también dijo que emprender acciones legales para forzar a la Administración Trump a dar luz verde a la transición entre gobiernos requeriría mucho tiempo, pero que es una opción que «no descartamos».
Preguntado sobre qué le diría a los estadounidenses sobre la convulsión política que vive el país, en especial a los inmigrantes que fueron a EE.UU. en busca de estabilidad política, Biden respondió: «Aguantad. Estoy llegando».
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