Hacerse un tatuaje se ha vuelto una práctica muy popular en el mundo. Se estima que el 12 % de la población en la Federación Rusa y hasta el 32 % en los Estados Unidos, han decidido seguir la moda de hacerse una marca o un diseño permanente sobre la piel con tinta para tatuajes.
Por Infobae
Suecia es uno de los países más tatuados del mundo: uno de cada cinco habitantes se han hecho uno. Un grupo de científicos de ese país quiso detectar si había algún efecto a largo plazo, y llevó a cabo un estudio que analizó las posibles secuelas de este tipo de tintas en la piel.
Identificaron que realizarse tatuajes podría ser un factor de riesgo para el desarrollo del linfoma maligno, un tipo de cáncer del sistema linfático, que es la parte de la red del organismo que combate los gérmenes. Aunque -reconocieron- consideran que no es un hallazgo concluyente, y que deberían hacerse más estudios para mejorar la solidez de la evidencia.
La investigación fue realizada por Christel Nielsen y Mats Jerkeman, de la Universidad de Lund, y Anna Saxne Jöud, del departamento de oncología del Hospital Universitario Skåne, en Suecia. La publicaron en la revista eClinicalMedicine.
Las tintas para usar en tatuajes son combinaciones de pigmentos de color orgánicos e inorgánicos. Las de color pueden contener aminas aromáticas primarias, las tintas negras a menudo contienen hidrocarburos aromáticos policíclicos, y los metales (es decir, arsénico, cromo, cobalto, plomo y níquel) se encuentran en la tinta de todos los colores, según informaron los investigadores suecos.
En el estudio, los autores también indicaron que “un número significativo y preocupante de productos químicos en la tinta del tatuaje están clasificados como cancerígenos” por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, que depende de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En 2020, un grupo de expertos de esa agencia había sostenido que se necesitaban estudios sobre los efectos a largo plazo de esas sustancias en un artículo publicado en la revista Cancer Epidemiology.
Durante los últimos diez años, las sustancias químicas peligrosas que están presentes en la tinta de los tatuajes han sido objeto de atención en Europa. Allí ya se decidió restringir el uso de algunas tintas.
Mientras tanto, se ha demostrado que la tinta que se inyecta en la piel no permanece allí. El proceso del tatuaje provoca una respuesta inmunológica que causa la translocación de la tinta del tatuaje desde el lugar de la inyección.
“Se ha confirmado el depósito de pigmento de tatuaje en los ganglios linfáticos, pero los efectos a largo plazo sobre la salud siguen sin explorarse”, escribieron los científicos suecos. Entonces, se propusieron evaluar cuáles eran esos efectos.
Es que el organismo humano percibe a la tinta del tatuaje como algo extraño que hay que eliminar. Entonces se genera una respuesta inmune que hace que una gran parte de las partículas de la tinta del tatuaje termine en los ganglios linfáticos. Pero no se sabía cómo podía impactar en la salud.
Consultada por Infobae, Graciela Manzur, jefa de cátedra y de la división de Dermatología del Hospital de Clínicas José de San Martín de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, señaló: “Cuando una persona se realiza un tatuaje, está introduciendo un material extraño en su organismo, y puede reaccionar, desencadenando diversas patologías: infecciosas, reacciones alérgicas, e incluso tumorales”.
Por las potenciales consecuencias, la experta aclaró que no recomienda hacerse tatuaje a sus pacientes. “Cuando me consultan, les explico las distintas complicaciones que pueden tener por un tatuaje”, señaló.
“El nuevo estudio que asocia los tatuajes con el riesgo de tener linfomas es un llamado de atención”, resaltó la experta, quien forma parte del Colegio Iberolatinoamericano de Dermatología.
Cómo se hizo el estudio con personas con tatuajes
Los investigadores suecos realizaron un amplio estudio para saber si tener tatuajes podría aumentar el riesgo de linfoma maligno, una forma poco frecuente de cáncer que afecta a los glóbulos blancos. Usaron los datos del Registro Nacional del Cáncer, que incluye a todas las personas con diagnóstico de cáncer de Suecia.
El trabajo, que recibió financiamiento del Consejo Sueco de Investigación para la Salud, la Vida Laboral y el Bienestar, incluyó a personas que habían sido diagnosticadas con un linfoma entre los 20 y los 60 años de edad entre 2007 y 2017. Por cada persona con linfoma, se identificaron tres personas al azar del mismo sexo y edad, pero sin la afección.
Los participantes respondieron a un cuestionario sobre varios factores relacionados con el estilo de vida. Las que se habían tatuado respondieron detalles como cuál era el tamaño, la edad en el momento del primer tatuaje y los colores que usaron. En el estudio participaron 5.591 personas (1.398 casos y 4.193 controles).
Al analizar los datos, se descubrió que las personas con tatuajes tenían un 21% más de riesgo de linfoma que las personas sin ellos, después de tener en cuenta el hábito de fumar y el nivel de estudios (ambos son factores que pueden estar asociados con la realización de un tatuaje y el desarrollo de un linfoma).
El efecto del paso del tiempo en los tatuajes
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