El arzobispo de Boston, Sean Patrick O’Malley, una de las figuras del colegio cardenalicio más cercanas a Francisco, ha asegurado que en ningún caso las declaraciones del Papa sobre las uniones civiles suponen una validación del comportamiento de los homosexuales si bien señala que estas regulaciones legales son concebidas como «instrumento para que los gobiernos puedan garantizar tutelas» a este colectivo.
«El apoyo del Papa a las uniones civiles no es una aprobación de la actividad homosexual» señala el también prefecto de la comisión para la protección de menores del Vaticano en unas declaraciones el pasado 22 de octubre que fueron publicadas en la página del arzobispo de la diócesis de Boston (EEUU).
El arzobispo ha dejado claro que «el magisterio del Papa enseña de forma clara y consistente que el matrimonio entre un hombre y una mujer para toda la vida es el plan de Dios para tener y criar hijos».
En el comunicado, el cardenal O Malley señala que, del mismo modo que la Iglesia católica no hace campaña «contra las leyes civiles que permiten los matrimonios de hecho o los segundos matrimonios que no son sacramentales, aunque tales soluciones puedan violar las leyes de la Iglesia», el Santo Padre reconoce que en la sociedad civil puede haber «razones convincentes» para promulgar leyes que establezcan uniones civiles que no sean en ningún caso equiparables a la institución del matrimonio.
«El Papa concibe las uniones civiles como un instrumento para que los gobiernos puedan garantizar tutelas así como curas de salud a las parejas de larga duración u otras relaciones comprometidas, ya sean hermanos, amigos o compañeros. Estas relaciones no son siempre de naturaleza sexual», añade a este respecto.
En otro fragmento del comunicado, el purpurado deja clara la sensibilidad del Papa ante el sufrimiento que viven las personas homosexuales que son rechazados por la familia y la sociedad. «También es muy consciente de los padres y seres queridos que sufren porque un miembro de su familia es víctima de bullying o lo marginan por ser diferente», ha añadido.
De este modo ha insistido en que las reglas de la moralidad sexual de la Iglesia católica son «un gran desafío» no solo para los homosexuales sino también para cualquiera que busque llevar «una vida de fiel» disciplinada.
De este modo ha manifestado que la tarea de la Iglesia católica es enseñarle a la gente que «nosotros les queremos y cuidamos de ellos» y que juntos «podemos luchar para ser mejores personas, más generosos, más valientes y más fieles a lo que Dios nos llama a hacer».
Finalmente ha señalado que es «entendible» que los comentarios recientes del Santo Padre sobre las uniones civiles hayan «captado la atención mediática de todo el mundo». Sin embargo, ha dejado claro que aunque «mucha gente está ansiosa en la Iglesia por cambiar la posición sobre el matrimonio y la familia», la doctrina de la Iglesia católica no ha cambiado con las palabras del Papa.
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