El embajador de Arabia Saudita en Líbano, Walid Bukhari, aseguró el jueves que el movimiento chiita libanés Hezbolá representa «una amenaza a la seguridad» regional, acusaciones que pueden afectar las ya difíciles relaciones entre Riad y Beirut.
AFP
Desde finales de octubre existe una crisis diplomática entre Líbano y varias monarquías del Golfo entorno a Hezbolá, un importante actor de la política libanesa, armado y financiado por Irán, el gran rival regional de Arabia Saudita.
El lunes, en un discurso difundido en las televisiones libanesas, el líder de Hezbolá, Hasan Nasrallah, tildó al rey Salmán de Arabia Saudita de «terrorista» y acusó al reino de propagar el extremismo.
Tras estas declaraciones, el embajador Bukhari instó a los partidos libaneses a que «hagan del interés supremo de su país su prioridad (…) y pongan fin a la hegemonía de Hezbolá en todos los aspectos del Estado».
«Las actividades terroristas de Hezbolá y sus acciones militares en la región amenazan la seguridad nacional de los países árabes», insistió en un comunicado transmitido a AFP.
A finales de octubre, Arabia Saudita llamó a su embajador en Beirut y expulsó al representante libanés tras declaraciones de un ministro de Líbano criticando la intervención de una coalición militar liderada por Riad en la guerra de Yemen.
Este conflicto enfrenta desde 2015 los rebeldes hutíes respaldados por Irán contra el gobierno aliado de Riad. La monarquía árabe acusa a Hezbolá de formar a los insurgentes, unas acusaciones «ridículas» según el grupo libanés.
La guerra en Yemen ha causado la muerte de 377.000 personas, más de la mitad debido a la crisis humanitaria generada en el país, según Naciones Unidas.
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