Alexandr Lukashenko manifestó este viernes por primera vez su disposición a dejar el poder en Bielorrusia, al asegurar que lo hará “una vez que entre en vigor una nueva Constitución”. Así lo informó la agencia estatal de noticias BelTA, que indicó a su vez que las declaraciones tuvieron lugar en el marco de una visita a un hospital en la capital, Minsk.
“No voy a moldear la Constitución para que se adapte a mis necesidades”, expresó. No obstante, no dio precisiones sobre cuando ese hecho tendrá lugar.
Lukashenko mostró su voluntad de reformar la Carta Magna del país, presionado por multitudinarias protestas en su contra que se suceden de manera regular desde las elecciones presidenciales de agosto, cuando se proclamó ganador pese a que la oposición y la vasta mayoría de la comunidad internacional concluyó que hubo fraude.
De hecho, ni los Estados Unidos ni la Unión Europea reconocieron su victoria, y en octubre el bloque supranacional acordaron imponer sanciones contra él y otros 40 altos funcionarios por su rol en los comicios y la represión a las protestas que siguieron. Las sanciones incluyen el congelamiento de activos en la UE y la prohibición de entrar en territorio comunitario.
El Alto Representante de de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, reaccionó a las declaraciones este viernes e instó a Lukashenko a honrar sus palabras y abrir un díalogo nacional para encontrar una salida a la crisis. “Ha anunciado muchas cosas pero lo importante son los resultados. La posición de la UE es clara y la ha expresado en numerosas ocasiones desde agosto: esperamos un diálogo nacional amplio e inclusivo”, expresó.
También mencionó a la necesidad de poner en libertad a los detenidos durante las protestas pacíficas y la celebración de nuevas elecciones como pasos que espera por parte de Minsk. En las elecciones de agosto, el considerado “último dictador de Europa” aseguró que reelegido con el 80,1 % de los votos. La oposición, encabezada por la candidata Svetlana Thikanovskaya, rechazó los resultados y convocó a las multitudinarias protestas. Por la represión y las amenazas recibidas, tanto Thikanovskaya como la mayoría de los líderes opositores abandonaron el país.
Rusia, nación con la cual Lukashenko mantenía tensiones pero que se convirtió en su principal aliada después de las elecciones, ha garantizado su permanencia en el poder, pero últimamente también ha apoyado los llamados para realizar la reforma constitucional.
Este jueves, en una visita a Minsk, el canciller ruso Sergei Lavrov, dijo: “Por supuesto tenemos interés en que la situación sea calma, estable y creemos que la reforma constitucional iniciada por los líderes del país contribuirían a esto”.
El procedimiento de enmienda constitucional comenzó tras las polémicas elecciones del 9 de agosto. Aunque la cámara baja del Parlamento comenzó el 2 de octubre a admitir propuestas para enmendar la Carta Magna, la oposición ha rechazado participar en este mecanismo y ha exigido la celebración de nuevos comicios.
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