Adícora pertenece al eje costero de la Península de Paraguaná en el estado Falcón. Una playa privilegiada por sus vientos que atraen al turismo deportivo para practicar windsurf y kitesurf. Ante estos atributos, Adícora se convirtió en el destino preferido del buró chavista y madurista.
Es así como hijos y familiares de la élite roja han erigido sus casas, algunas de arquitectura norteamericana, donde disfrutan de un estilo de vida propio de la high class, según contaron a lapatilla.com pobladores de la zona.
El 26 de agosto de 2022, Nicolás Maduro inauguró el “Parque del Viento” en Adícora. En el sector ejecutaron varias mejoras, tal como la reparación del sistema de aguas servidas, eliminación de derrames de aguas blancas, instalación de alumbrado público, embellecimiento de paredes con murales, asfaltado y pintura de algunas casonas de la playa.
En el lugar, desde donde transmitió en vivo para la televisión venezolana, Maduro detalló que estas intervenciones se efectuarían en todo el eje costero de Paraguaná, que abarca los balnearios Buchuaco, El Supí, Tiraya, Las Cumaraguas, Playa Cazón, Mata Gorda y otras hasta llegar a Cabo San Román, para convertir esos espacios en un destino turístico de primer orden.
Han transcurrido ocho meses desde que Maduro anunció las mejoras para la Península de Paraguaná y hasta el momento solo Adícora ha salido beneficiada de ese anuncio. En el eje costero de Adícora Norte y Sur llega el agua cinco días a la semana, persisten algunas fallas de electricidad, pero en líneas generales se han evidenciado ciertos avances en los servicios públicos.
Incluso, hay familias de Punto Fijo y otros pueblos que han migrado a esta zona, porque hay mayor estabilidad económica y social para vivir. Tal es el caso de Laura Escobar, que se mudó con sus hijos a casa de un familiar, debido a los apagones constantes en Punto Fijo y la falta de agua potable que supera los 30 días.
Sin embargo, este espejismo solo abarca a Adícora Norte y Sur, porque San Pedro de Adícora, ubicado en la misma localidad, tiene 18 años sin agua por tuberías y sus habitantes pagan cinco dólares a los camiones cisternas por una pipa de agua de 100 litros. Edisabel Vivas, residente de la zona, rogó por que se haga algo en este sector. “Nosotros estamos olvidados, sumergidos en la miseria y en la desidia. Nadie nos ayuda ni nos atiende”, reclamó.
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