A medida que el gobierno del presidente Donald Trump le ha apretado las tuercas al caudillo venezolano Nicolás Maduro, ha contado con el apoyo de la vecina Colombia.
La nación sudamericana tiene sus propios problemas —guerrillas, asesinatos políticos, un aumento significativo de la producción de coca y los obstáculos al cumplimiento del acuerdo de paz— pero ha tenido buenas razones para preocuparse por la situación en Venezuela.
No solamente los venezolanos huyen a Colombia en cifras récord, sino Colombia dice que su vecino hostil está ofreciendo refugio a guerrilleros empeñados en desestabilizar el gobierno del presidente Iván Duque.
“La amenaza de Venezuela —y la inestabilidad que Maduro quiere crear en Colombia— han quedado muy en claro”, dijo Francisco Santos, embajador de Colombia en Estados Unidos, al Miami Herald. “Para Colombia es un asunto existencial”.
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Hablando desde su oficina en Washington un día reciente, Santos, diplomático de larga carrera y ex vicepresidente, dijo que una de sus funciones clave es mantener a Washington centrado en Venezuela como una amenaza a la región. Santos lidera regularmente visitas de estadounidenses a la caótica frontera de Venezuela y Colombia, que decenas de miles de venezolanos cruzan a diario en busca de alimentos, medicinas y libertad.
Durante la Asamblea General de la ONU a principios de este mes, Santos fue parte del equipo que hizo circular un informe clasificado que se dice detalla las relaciones entre el gobierno de Maduro y los dos principales grupos guerrilleros colombianos: el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y facciones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que no se acogieron al acuerdo de paz de 2016.
Santos dijo que el informe ofrece detalles sobre los lugares donde la guerrilla opera en lo profundo del territorio venezolano “y muchas pruebas de cómo Maduro usa al ELN y las FARC allí”.
En particular, dijo que el gobierno venezolano y el ELN tiene relaciones estrechas, similares a como la organización terrorista Hezbollah funciona como representante de Irán.
“El dossier muestra dónde están los campamentos [guerrilleros], dónde están las pistas de aterrizaje en Venezuela”, dijo. “Eso convierte al ELN en una especie de Hezbollah en las Américas… Y esto ocurre aquí en el vecindario”.
Las acusaciones contra Venezuela datan de al menos dos decenios, pero Santos dijo que el informe sale a relucir en medio de un consenso regional cada vez más fuerte de que Maduro debe dejar el poder.
Los críticos, incluido el propio Maduro, han acusado a Colombia de exageraciones. Un oficial militar colombiano fue despedido después que se reveló que algunas de las fotos que usó en el informe y que supuestamente eran de guerrilleros colombianos en Venezuela, fueron tomadas en Colombia.
Pero Santos dijo que planeaba reunirse con el Comando Sur de Estados Unidos y oficiales militares de Perú y Brasil para hablar de las implicaciones del reporte y “compartir información que no podemos incluir en el informe”.
Colombia ya está en la primera línea del frente de la crisis migratoria venezolana. En años recientes, más de 4.3 millones de venezolanos han huido de su país en medio del colapso de la economía y los enfrentamientos políticos, y más de 1.5 millones viven en Colombia.
Bogotá ha respondido entregando permisos de trabajo a casi 600,000 venezolanos y ha mantenido su frontera abierta.
“Ningún otro país del mundo está haciendo eso”, dijo Santos. “Es un gran ejemplo de solidaridad, de los valores liberales occidentales, que es acoger al vecino que está enfermo y hambriento. Y creo que es algo de lo que Colombia debe estar muy orgullosa, algo que el mundo debe observar con asombro y decir que debemos ayudar más a Colombia”.
Pero esa política de puertas abiertas tiene un precio: el índice de desempleo en Colombia ha comenzado a subir y hay frustración, particularmente en las regiones fronterizas abrumadas, ante la postura del gobierno.
Al preguntársele cuánto tiempo sería políticamente viable para Colombia mantener su política de brazos abiertos, Santos dijo que era la “pregunta del millón de dólares”.
“Si se observa el presupuesto de salud, educación, la carga es enorme”, dijo. “Hemos podido hacerle frente, pero está llegando a un punto de inflexión, de manera que no sé cuánto más tiempo. Pero el problema es que no tenemos una alternativa”.
Washington, Bogotá y otras capitales dicen que la única alternativa real es que Maduro deje el poder. En ese sentido, han apoyado al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó.
Aunque Guaidó has está impugnando activamente a Maduro desde enero, Santos dijo que este no es el momento en que la comunidad internacional debe perder la fe en Guaidó.
“Necesitamos a un Guaidó fuerte. Cualquier cosa que lo debilite será un problema enorme”, dijo Santos.
Entre los retos del joven legislador está una demanda de los tenedores de deuda venezolana que amenaza con arrebatar a Guaidó su principal activo extranjero, la petrolera Citgo, con sede en Estados Unidos.
Santos dijo que el gobierno estadounidense necesita intervenir para asegurar que Guaidó mantenga el control de la compañía.
“Si Estados Unidos no toma la decisión adecuada [sobre Citgo] puede destruir todo lo que hemos logrado hasta ahora. Sería catastrófico”, afirmó. “Citgo es la joya de la corona del gobierno de Guaidó y cualquier cosa que se haga en su contra sería un enorme retroceso diplomático y económico”.
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