Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, ya visitó Venezuela. Ya habló con todos. Ya hizo su informe. Y ya lo presentó. Denunció torturas, maltratos, represión. Denunció al régimen. A su gestión económica. A su gestión política. A su mecanismo represor… ¿Será que a Miguel Bosé le parece poco? No ha comentado nada al respecto. ¿Estará ocupado con sus cuatro hijos, por fin juntos? ¿O es que acaso el informe es muy largo y no lo ha leído?
“Es usted una farsa, una burla, una marioneta. Patética, sin autoridad, ni eficacia más que para hacerse cómplice del dictador Maduro y de la opresión que ejerce sobre su pueblo sin importarle que lo desangre y humille, que lo mate de hambre y enfermedad. Merece usted el más alto desprecio, la más sonora vergüenza ajena. Ojalá que su credo la fulmine. Con o sin usted y a su pesar, ¡Venezuela será libre! Y ahora quítese de en medio”.
Esto fue lo último que le dijo el cantante español Miguel Bosé a la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet. El mensaje lo publicó en Twitter el 29 de junio. Una semana después de que Bachelet visitara Venezuela y anticipara en rueda de prensa lo que hace unos días confirmó en Ginebra: Que el régimen de Nicolás Maduro tiene todo un mecanismo político y militar para “neutralizar” a la oposición. Que hay presos políticos. Que el estado de los hospitales es deplorable. Que la libertad de prensa es atacada…
El informe, con más de 80 puntos y casi 20 páginas, revela una estrategia “orientada a neutralizar, reprimir y criminalizar a la oposición política y a quienes critican al Gobierno”. Una estrategia en la que participan grupos paramilitares, policías y cuerpos de inteligencia. Cuerpos que torturan, que maltratan, que matan, que chantajean, que manosean a las mujeres, que las violan, las coaccionan… Una estrategia represiva en la que también participan figuras del régimen como Diosdado Cabello, señalado en el informe como presidente de la Asamblea Nacional Constituyente y criticado por su conducta en el programa Con el mazo dando, en el que desacredita a la oposición. A otro que señalan en el informe por hacer política, y no impartir justicia, es al fiscal general de Maduro, Tarek William Saab.
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El informe señala, detalla y denuncia cada una de las irregularidades del régimen. Incluso cómo politiza todo. Hasta las bolsas de comida de los Comités Locales de Producción y Abastecimiento, más conocidos como CLAP. ¿A Miguel Bosé nada de esto le parece suficiente? ¿O es que el informe Bachelet le parece demasiado largo? ¿O es que no encuentra la versión de audiolibro?
El caso es que ha tenido todo el fin de semana para comentarlo y no ha dicho nada. Ni en público, ni por Twitter. Quizá esté ocupado. El domingo lo pasó en el campo. Dice que le recuerda a la infancia. ¿Lo habrá pasado con sus hijos?.
Una cosa está clara. Tras un año sin verse, los cuatro hijos que Bosé crió con su expareja Nacho Palau se volvieron a encontrar. Niños que tuvieron en 2011 tras contratar en Estados Unidos un vientre de alquiler. Tadeo y Diego son hijos biológicos de Bosé -viven con él en México– e Ivo y Telmo de Palau, quien reside en Valencia.
Como reveló el diario El País, Bosé viajó a España hace al menos dos semanas para que Tadeo y Diego e Ivo y Telmo pudieran reencontrarse. No se veían desde junio de 2018, aunque sí mantenían contacto de forma telemática.
La obsesión de Miguel Bosé con Bachelet
Quizá la reunificación familiar hizo que Bosé quitara el foco de Bachelet. Su trato con la Alta Representante rozaba lo obsesivo, por eso sorprende que todavía no haya comentado nada sobre el informe.
La polémica Bosé-Bachelet comenzó el 22 de febrero, en el concierto benéfico que hubo en Cúcuta -municipio colombiano fronterizo con Venezuela- el día antes de que Juan Guaidó intentara ingresar ayuda humanitaria a su país.
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“Michelle, mueve tus nalgas a Venezuela”, dijo Bosé en el concierto. Aquella salida de tono dio la vuelta al mundo. Se puso el foco en la Alta Comisionada. La criticaron por, supuestamente, estar del lado de Maduro, sin tener en cuenta que fue el propio régimen el que estaba obstaculizando la visita de Bachelet.
La cruzada de Bosé contra Bachelet vivió un episodio surrealista en abril. Entonces la Alta Comisionada estaba de visita en México, donde vive el cantante, y eso le puso furioso. Hasta el punto de publicar un ‘reportaje’ en Twitter con la etiqueta #BacheletDóndeEstás.
“No está. Se fue. ¿Pa’ Caracas? ¡¡¡Noooo!!! ¡¡¡Pa’ México!!! ¡¡¡A qué, si pa’ dónde tié’ que ir es pa’ Caracas!!! Pues no lo sé”, tuiteó Bosé.
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Luego el cantante colgó otro vídeo. En esta ocasión, se grabó en la cama. Revolviéndose entre las sábanas. Simulando una pesadilla que terminó en grito. Esta publicación la acompañó con el siguiente comentario: “Me está quitando el sueño. No va a Caracas. Me han dicho. #BacheletDóndeEstás”.
El colofón al reportaje lo puso en un vídeo de un minuto. Bosé, con voz ronca a causa de la afonía crónica que padece, cuenta que había dado con la dirección del hotel donde se alojaba Bachelet y que se disponía a hablar con ella personalmente. Allí el cantante se topó con el recepcionista, quien le dijo que Bachelet no estaba y que no podría reunirse con ella.
“¿Bachelet, dónde estás?”, se preguntó el cantante.
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Este episodio con el recepcionista, que acumuló más de tres millones de visualizaciones, mostró dos cosas: Una ambigua imagen de Bosé. De líder comprometido con la causa venezolana, y de hombre obsesionado con Bachelet. En este sentido, muchos de los seguidores expresaron preocupación por el estado del cantante. Afónico y ofuscado por la labor de la alta representante.
¿Cómo se encontrará ahora? ¿Satisfecho con el informe? ¿Decepcionado? Su último mensaje, en el que la llamó farsa, marioneta y patética, en el que deseó “que su credo la fulmine”, en el que pidió “el más alto desprecio” y “la más sonora vergüenza”, no anticipa nada bueno. No obstante, quizá el recuentro de los hijos le haya hecho suavizar su postura.