Los creadores de misses venezolanas salieron de su país en plena crisis de una de las grandes industrias nacionales: la del Miss Venezuela. Ahora se reúnen para impulsar en Madrid un negocio que conocen a la perfección: convertir los concursos de belleza en una industria del entretenimiento y la publicidad. Preparan contrarreloj el “Miss Mundo Madrid” como si estuviesen en el Poliedro de Caracas.
Uno de los alumnos aventajados de Osmel Sousa, el fotógrafo Iván Dumont, prepara un pequeño “Miss Venezuela” (versión austera y adaptada al mercado español) el próximo 16 de julio en Madrid, cuando un grupo de profesionales venezolanos de los concursos de belleza elegirán a las próximas candidatas de Madrid que concursarán en el Miss Mundo y el Miss Internacional España.
Los profesores de pasarela, oratoria, maquillaje, coreógrafos y fotógrafos provienen de una industria reconocida en todo el mundo: el Miss Venezuela. Ahora, todos exiliados y con distintos proyectos en Madrid, han decidido unirse para elegir a las dos jóvenes que representarán a la región capital en los concursos de Miss Mundo y Miss Internacional.
Con 39 años, Iván Dumont ha dedicado buena parte de su vida a trabajar con misses. Aprendió a buscar la belleza de las concursantes bajo los parámetros aprendidos de su mentor: Osmel Sousa, el histórico presidente del Miss Venezuela. Comenzó como fotógrafo oficial, pero posteriormente buscó maquilladores, estilistas y concursantes para esa gran industria nacional.
Varios años antes de la mayor crisis de la organización, Dumont abandonó el Miss Venezuela. Antes de su salida, aseguró en televisión que la empresa de la Organización Cisneros estaba siendo dañada por proxenetas que trabajaban como peluqueros, estilistas y managers de las misses.
Lo que sucedió años más tarde confirmó el secreto a voces y terminó por destruir la marca del Miss Venezuela. Los altos jerarcas y empresarios del chavismo se habían instalado para apadrinar y pagar los gastos de las candidatas que necesitaban cirugías plásticas y retoques de todo tipo. La corrupción y la trata de blancas se habían instalado en aquella fábrica de fantasía y muchachas guapas.
La crisis del país, que galopaba en paralelo con la del Miss Venezuela, cada vez más mermado por la falta de anunciantes, hizo que muchos de los profesionales del concurso terminaran exiliándose en España. La magia y el espectáculo colorido alrededor de un concurso de belleza se habían desvanecido. El certamen pasó de ser una referencia en el mundo del espectáculo a convertirse en un programa de televisión de bajo presupuesto. Ya no había dinero para los vestidos y para el show con renombre internacional.
“Antes de la crisis, se podían gastar 50.000 dólares en vestir a la Miss Venezuela. Pero comenzaron a recortar los presupuestos y los pagos. Ahora, todo eso terminó”, explica en entrevista con el diario ALnavío Iván Dumont, que ahora trabaja buscando españolas para los concursos de belleza internacionales.
Tras su salida, emigraron del país sus compañeros de trabajo: bailarines, estilistas, profesores de oratoria. Ahora, en España, comenzó a llamarlos para dar forma a su equipo, que hoy está conformado por Roger Vargas (profesor de oratoria), Himaru Espín(coreógrafa), Eduardo Pérez (director), Ana María Storacci (productora) y Julio Fuentes (director de estrategia comercial).
Encabezado por Dumont, el equipo trabaja con la empresa que tiene la representación del Miss Mundo y el Miss Internacional en España. En dos semanas organizarán un espectáculo para seleccionar dos representantes de Madrid en ambos concursos.
Antes, el grupo de profesionales ya había participado en la última elección de Miss España que envía la candidata al Miss Universo. Y la ganadora, la primera mujer transexual en la historia del certamen, fue una sorpresa para todo el país y toda una oportunidad para los venezolanos creadores de misses.
El equipo montó una estructura paralela para hacer que Ángela Ponce, Miss España, tuviese una participación destacada en el Miss Universo. La joven fue desde el primer momento centro de atención por su condición. Causaba revuelo en las redes, era entrevistada en los programas de televisión de medio mundo y se convirtió en la gran protagonista del pasado Miss Universo. Y mientras aumentaba su exposición en los medios, Dumont y su equipo la pulían, mejoraban su imagen y sus movimientos en el escenario, como habían aprendido en el Miss Venezuela.
“Al final, no figuró entre las finalistas, pero tuvo una participación extraordinaria. La organización le dedicó cuatro minutos para mostrar su historia, cuando la coronación apenas duró un minuto y medio. Es una chica desenvuelta e inteligente. La repercusión fue tan grande y su desempeño fue tan bueno que hoy Ángela Ponce es modelo para marcas como Pantene. Tiene innumerables ofertas para campañas de todo tipo”, explica Iván Dumont, que ultima el nuevo concurso de belleza.
Del Poliedro de Caracas a Madrid
El show está en pleno proceso de montaje. Los bailarines proceden del ballet del canal de TV venezolano Venevisión. Algunos de los patrocinantes son empresas españolas dirigidas por venezolanos y hasta tres de las 10 candidatas que aspiran a llevarse la corona nacieron en Venezuela, aunque tienen nacionalidad española y estudian y se forman en universidades de Madrid.
Los creadores de misses tienen como reto la resurrección de los concursos de belleza en España después de que un escándalo hace 17 años terminase con una periodista infiltrada en uno de los concursos regionales de Miss España y que demostró que los títulos regionales podían ser comprados.
Los alumnos de Osmel Sousa quieren montar una maquinaria profesional y eficiente de glamour, publicidad y show business en los concursos españoles. Trabajan para que las candidatas tengan en el concurso una plataforma para desarrollar su carrera como modelos, actrices o presentadoras, tal como sucedía en los años dorados del Miss Venezuela.
El show se presentará en un salón de actos del barrio de Chamartín, con cantantes y presentadores locales, pero con un indudable toque venezolano. Será el primer paso de un modelo de negocio que pretende convertir la belleza en un negocio rentable. Y mientras trabaja para conseguirlo, el equipo también trabaja en un propósito más ambicioso.
“Me gustaría lograr que una miss española preparada por nosotros lograse un título internacional. Aquí hay mujeres muy guapas, muy preparadas, con varias carreras universitarias, pero España no logra destacar en los concursos de belleza porque las candidatas están mal asesoradas y mal manejadas”, explica Dumont. “Estoy seguro de que nosotros cambiaremos eso. Haremos que una española gane Miss Mundo o Miss Universo. Yo sé que eso va a pasar. Estoy convencido”.