La caída de la producción nacional de alimentos no se evidencia en los mercados del país por la también reducción del poder adquisitivo. Ambos procesos de disminución han convergido en los últimos años de contracción de la economía. Esto explica porqué no se ve en los anaqueles la brutal caída de un 84% del cultivo de maíz en los últimos 12 años.
Carlos Seijas Meneses | Tal Cual
En 2020 la producción agrícola nacional siguió reduciéndose, una realidad que no se evidencia en los anaqueles de los comercios por la también caída del consumo debido a la hiperinflación. La baja demanda nacional, la falta de semillas y agroquímicos, la escasez de combustible, la eliminación del crédito bancario, la inseguridad en el campo, la devaluación del bolívar frente al dólar y la inexistencia de políticas públicas orientadas al sector primario causaron este año más estragos en la producción de cereales, hortalizas y otros rubros que la misma pandemia del coronavirus.
Los productores privados de Venezuela calculan que la cosecha del maíz sembrado durante el ciclo de invierno 2020 en 154.000 hectáreas —con un rendimiento promedio de 3.000 kilos en cada una— llegará escasamente a 462.000 toneladas métricas. De estas, 70% es maíz amarillo para la alimentación animal y 30% maíz blanco para el consumo humano. Esto representa una abrupta caída de 84,5% en comparación con el último año pico de producción de este rubro en Venezuela, que fue 2008.
Según cifras del Ministerio de Agricultura Productiva y Tierras, en 2008 se cosecharon 2.995.710 toneladas de maíz en 783.314 hectáreas sembradas, con un rendimiento promedio de 3.824 kilos por hectárea. Existía la privada Agroisleña, que con lo que importaba cubría más de 50% de la demanda del sector. Además, los productores contaban con programas de otorgamiento de créditos agrícolas y se primaba la producción nacional sobre la importación.
Era tanta la producción primaria, que las industrias compraban maíz blanco para producir todo el año y lograban exportar harina de maíz precocida para mercados donde había venezolanos, como Estados Unidos, Colombia y Europa.
Actualmente en zonas productoras de maíz emblemáticas, como el municipio Turén, estado Portuguesa, se ha venido sembrando 60% del área.
«La descapitalización hace que muchos productores no puedan sembrar o que siembren una parte mínima del área de su unidad de producción», afirma a TalCual Celso Fantinel, primer vicepresidente de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro), gremio que agrupa a 80% de las asociaciones de productores agrícolas privadas del país.
«Este año se sembraron 154.000 hectáreas cuando se pueden sembrar más de 650.000 hectáreas como hicimos en 2009. Cuando vino la expropiación de Agroisleña, en 2010, bajamos a 570.000 hectáreas y empezamos a bajar porque el gobierno prácticamente decidía a quién darle los insumos».
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.