De ser una de las corporaciones petroleras más importantes del mundo, Petróleos de Venezuela se convirtió en una empresa en ruinas que ha perdido su objetivo principal por dedicarse a una serie de actividades que en nada que se compaginan con el de la producción de petróleo. Así lo reseña Venezuela Al Día.
Por Maibort Petit
A pesar de que en diversas oportunidades desde el seno del gobierno nacional y de la directiva de Petróleos de Venezuela S.A. se han anunciado una serie de planes y proyectos dirigidos, supuestamente, a incrementar la producción de crudo y la operatividad de la empresa, la realidad de los hechos indica que día con día ocurre todo lo contrario y PDVSA, lejos de implementar medidas efectivas para corregir esta situación, se diluye en una gran cantidad de actividades distintas a su naturaleza que solamente distraen la consecución de tal objetivo. Hay que acotar que si bien los objetivos de tales actividades pudieran considerarse como encomiables, alcanzarlos corresponde a una serie de despachos gubernamentales y no a la estatal petrolera.
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Por ejemplo, para 2019, PDVSA se propuso alcanzar un conjunto de metas incluidas en la Ley del Plan de la Patria que a saber eran incrementar el nivel de producción de crudo a 6.000 MBD, de los cuales 4.000 MBD provendrán de la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO); elevar la producción de gas natural a 10.494 MMPCD; elevar la capacidad de refinación nacional a 1.800 MBD; incrementar la capacidad nacional de extracción de líquidos del gas natural en 130 MBD; profundizar la estrategia de diversificación de mercados con una meta de exportación de crudo de 1.335 MBD para el área de Latinoamérica y el Caribe y de 3.162 MBD hacia Asia, especialmente China, India y Japón; ampliar la cobertura de la red de distribución de gas metano para reducir el consumo de GLP, brindar mejor calidad de vida y disminuir la contaminación ambiental, a través del tendido de 8.625 km de tuberías y 16.818 km de líneas internas para beneficiar a 728.900 familias; construir tres plantas termoeléctricas con una capacidad total de generación de 2.100 MW; desarrollar el Cinturón Gasífero Costa Afuera de Venezuela y alcanzar una capacidad de producción de 2.030 MMPCD.
Pero lejos ha estado la empresa de conseguir estos objetivos, al extremo de que el propio gobierno no ha tenido más remedio que reconocer la cruda realidad y ha admitido la caída de la producción petrolera, aunque no en los términos en que diversos informes y expertos lo aseguran. Lo cierto es que la administración de Nicolás Maduro debió informar a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que la “producción de crudo en marzo alcanzó en promedio un volumen de 960.000 barriles por día mientras que las fuentes secundarias —conformadas por organizaciones que monitorean el mercado de hidrocarburos— señalan un descenso a 732.000 barriles diarios”, refiere una nota del portal Petroguía que agrega que Venezuela ha experimentado una caída de 460 mil barriles por día, lo que se traduce en un descenso de 33 por ciento en términos relativos, mientras que las fuentes alternas señalan una reducción por el orden de 289 mil barriles por día o 28,3 por ciento en un solamente un mes.
Entretanto, una nota de BBC Mundo refiere que en 2018 el declive de la producción petrolera de PDVSA fue el más bajo en tres décadas al mermar hasta 1.137.000 barriles por día en noviembre, de acuerdo a cifras aportadas por la OPEP que se publicaron en diciembre, las cuales se basaban en fuentes secundarias que el organismo considera creíbles. Cabe destacar que para 1998 cuando Hugo Chávez asumió el poder en Venezuela, la producción de crudo se ubicaba en 3.120.000 barriles diarios.
Para la economía monoproductora de Venezuela tal hecho es muy grave, toda vez que de lo producido se debe destinar al mercado interno, mientras otra se debe enviar a Rusia y China para el pago de deudas, sin contar la buena cantidad que se envía a Cuba para dar cumplimento en los acuerdos suscritos con la administración antillana en los que supuestamente se intercambia petróleo por servicios[3], aunque el exgerente de PDVSA y expresidente del sindicato Unión de Trabajadores Petroleros (Unapetrol) asegura que el gobierno de la isla nunca ha pagado por el petróleo recibido desde Venezuela en los últimos 19 años[4]. En la información de la BBC, el economista, experto y profesor universitario, Carlos Mendoza Potellá, estima que dicho consumo interno podría estar en el orden de los 300 mil barriles, aunque advierte que es difícil establecerlo con precisión debido a la opacidad de los datos oficiales que también impiden conocer cuánto reciben Pekín y Moscú.
PDVSA dejó de ser una importante corporación energética reconocida internacionalmente en la que imperaba el criterio de meritocracia y sus empleados disfrutaban de salarios competitivos en virtud de su excelencia, para dar paso a una empresa politizada y distraída en sus objetivos fundamentales de producir y optimizar la operatividad de la compañía.
La administración chavista cambió el mérito por la fidelidad al proyecto político y el objetivo central de producir petróleo se diversifico en actividades tan disimiles como la construcción de viviendas y distribución de alimentos, entre otras, que la llevaron a perder su norte. La estatal igualmente se convirtió en instrumento para comprar alianzas políticas mediante la venta de crudo en condiciones preferenciales a países de la región.
Así, un país que debería estar produciendo más de 5 millones de barriles diarios, ha devenido en razón del abandono y la corrupción masiva, a uno que producía en febrero algo más de 1.100.000 barriles, según refiere una Panampost.[6] Una cifra que se fue en picada en marzo cuando la producción se ubicó en 732 mil barriles, 289 mil menos que los 1.021.000 bpd a que hace referencia una nota de Crónica Uno que fija la merma en 28,30 por ciento.
En junio, KonZapata citando a Econométrica refirió que en abril de 2019 el número de taladros operativos en la explotación de petróleo y gas era de tan solo 22, de lo cual la falta de inversión y mantenimiento es la causa.
Pero veamos ahora sólo un ejemplo del conjunto de actividades distractoras que han llevado a PDVSA a la situación de ruina que exhibe en la actualidad. El lector podrá constatar que se trata de labores que en nada se compaginan con los objetivos de la petrolera. Cabe destacar que aun cuando en los informes se puede observar una alianza establecida con el supuesto objetivo de incrementar la producción de crudo en determinados campos petroleros, dicho convenio lejos de realizarse con una empresa con el aval que garantice el éxito de la meta, se llevó a cabo con una firma perteneciente a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), a saber Caminpeg, criticada ampliamente por carecer de la experticia necesaria para cumplir tal cometido.
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