Este año, José Sabbeta pasó de ser director de arte a vendedor de pizza. Tuvo que reinventarse para sobrevivir a la crisis. Su historia fue el común denominador de lo que hicieron muchos comercios para llegar a fin de año con la santamaría arriba
María de los Angeles Graterol | Tal Cual
En marzo de 2020 la economía venezolana, ya resentida por permanecer más de dos años en crisis de hiperinflación, recibió una orden de parte del Ejecutivo que la puso en aprietos: el decreto de confinamiento y Estado de alarma que paralizó a más de 53 sectores que movían al país y sólo dejó activos a los «priorizados», entre ellos farmacias, hospitales y supermercados.
Desde entonces, «preocupado» por el impacto que podía generar la pandemia sobre los sectores empresariales del país, el oficialismo entabló conversaciones con ellos, incluyendo Fedecámaras, a fin de garantizar el funcionamiento de la economía nacional en medio de la cuarentena social. Pero sus planes fracasaron.
No fue sino después de dos meses de tener una economía trabajando a media rueda, el 30 de mayo, que Nicolás Maduro anunció un plan de flexibilización del confinamiento que permitía a otros actores económicos incorporarse al campo laboral .
El esquema inicial de «5×10» (cinco días de trabajo y los 10 días posteriores de aislamiento estricto) sólo se aplicó hasta el quinto día. Luego de eso se estableció el sistema «7×7», siete días de flexibilización y siete de confinamiento, la forma de trabajo que se mantuvo hasta el 31 de noviembre.
Durante esos días, otros 10 sectores pudieron reanudar sus operaciones, entre ellos la industria textil y de calzado, ferreterías, peluquerías y agencias bancarias. El resto debía permanecer cerrado, pero la astucia y la necesidad llevar la papa a la casa, llevaron a muchos comercios a reinventarse.
Ricardo Rada, quien tenía una pequeña licorería antes de que llegara la crisis de la pandemia, convirtió su local en un abasto. Al principio, un cuarto de las ganancias semanales se le iban en «tajadas para la policía», que le ordenaba cerrar su negocio. «El alcohol es de primera necesidad en los hospitales, pero no el etílico, papi. Me vas cerrando, pues«. Pero después de reinventarse ya no lo molestaron más.
Muchos comercios empezaron a saltarse las cuarentenas radicales y, precisamente por no estar incluidos en la lista de los negocios que podían operar, se propusieron ampliar su cartera de productos. Tiendas de ventas de electrodomésticos y zapaterías pasaron a ser mercaditos donde también vendían harina PAN, arroz y otros productos por bulto. Su único objetivo: mantener la santamaría abierta y no quebrar en el intento.
En el informe presentado por el Fondo Monetario Internacional «Perspectivas de la Economía Mundial Octubre 2020», la economía de Venezuela figuraba como la más afectada por la pandemia en la región, con proyecciones de una contracción del producto interno bruto de 25% y una inflación general de 6.500%.
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