Los Juegos Olímpicos de Tokio echaron el cierre la noche del domingo con una ceremonia de clausura que lució la riqueza cultural japonesa y envió un mensaje de agradecimiento al país por albergar el mayor espectáculo del deporte bajo condiciones de emergencia.
El último capítulo de Tokio-2020 tuvo momentos de celebración y de reconocimiento a los 16 días de competencia entre los mejores deportistas del mundo, pero el espíritu de la despedida lo resumió con dos palabras el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach: “Lo hicimos”.
“Ustedes, el pueblo japonés, pueden estar extremadamente orgullosos de lo que han conseguido. En nombre de los deportistas, les decimos: Gracias, Tokio. Gracias, Japón”, proclamó el jefe del COI frente a las gradas que la población local no pudo ocupar.
La ceremonia había comenzado con dos minutos de las imágenes más memorables de los 16 intensos días de competencias y, también, de innumerables restricciones para mantener la pandemia alejada de los Juegos.
Por la pantalla del estadio olímpico de Tokio aparecieron la tenista ícono Naomi Osaka, encendiendo el majestuoso pebetero en la inauguración, así como otros miembros del exitoso equipo anfitrión que fue capaz de escalar hasta el tercer lugar del medallero sin el apoyo de sus aficionados.
Sonrisas y lágrimas, esfuerzo y celebración, concentración y habilidad. Y estrellas, desde la velocista jamaicana Elaine Thompson-Herah hasta la saltadora venezolana Yulimar Rojas, pasando por la impactante puesta en escena de los astros de los nuevos deportes olímpicos como el skateboarding y la escalada.
“Arigato”
Tras la protocolaria entrada de autoridades y banderas arrancó música de fiesta para abrir el desfile de los deportistas todavía presentes en estos Juegos, incluidas algunas nuevas figuras que alumbraron las competencias como la gimnasta brasileña Rebeca Andrade y la atleta neerlandesa Sifan Hassan.
Acróbatas, ‘skaters’ y malabaristas del balón y de la bicicleta divirtieron a los deportistas en una estampa de uno de esos parques de Tokio que, en la era pandémica, los aficionados extranjeros no pudieron visitar.
Los deportistas eran aplaudidos por aficionados desde la gran pantalla cuando desde cada uno de ellos surgieron partículas de luz que se unieron en una gigantesca ola y formaron los anillos olímpicos, en un espectáculo visual que coronaba los Juegos más tecnológicos y ‘virtuales’ de la historia.
El tradicional segmento de presentación de los próximos anfitriones, París-2024, también fue principalmente a distancia, con un trepidante video desde el cielo parisino que culminaba con la celebración de una multitud bajo la Torre Eiffel convertida en portadora de la bandera olímpica.
La música japonesa, del sopranista Tomotaka Okamoto al DJ Matsunaga, pasando por jazz, funk y clásica, estuvo presente durante las dos horas de ceremonia aunque con menor protagonismo que en las clausuras de Londres-2012, con su festival de las mejores bandas británicas, o la exuberante samba con la que se despidió Rio-2016.
El Japón tradicional estuvo representado con el tambor taiko, cuya atmósfera sustituyó al silencio para la parte de conmemoración, y una secuencia de danzas de cuatro distintas regiones que perviven de generación en generación.
El vestuario también tuvo un papel importante con tradicionales trajes, hakamas y kimonos, como el que lució la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike.
Con el testigo entregado a París, una de las capitales de Europa, Tokio procedió a apagar la llama olímpica del pebetero y concluir la ceremonia dejando un mensaje en la pantalla: “Arigato” (Gracias).
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AFP
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