A pesar del anuncio del Gobierno de Estados Unidos, en el sentido de que quienes viajan hacia ese país atravesando el Tapón del Darién no serían admitidos, el tránsito de migrantes por la selva más inhóspita del continente no se detiene.
A pesar del anuncio del Gobierno de Estados Unidos, en el sentido de que quienes viajan hacia ese país atravesando el Tapón del Darién no serían admitidos, el tránsito de migrantes por la selva más inhóspita del continente no se detiene.
Las autoridades fronterizas panameñas revelaron que, entre enero y octubre de este año, un total de 204.986 personas viajaron por el Darién, y que el 71,8 por ciento de ellas son venezolanas.
La cifra de ciudadanos del vecino país que contabilizó el Servicio Nacional de Fronteras de Panamá, ascendió a 147.2.03. El resto, según las autoridades de esa nación centroamericana, corresponde a ciudadanos asiáticos y africanos, en su mayoría.
Las cifras del Senafront revelan un drama humanitario cuya magnitud no se puede dimensionar plenamente, pues si bien los efectivos de migración panameña hacen un trabajo incansable en la zona del Darién, para nadie es un secreto que muchos migrantes, en especial personas venezolanas, toman rutas donde no puedan ser detectados para evitar que las autoridades los sorprendan.
Solo en lo que va de octubre, y pese al anuncio de Panamá de reforzar la zona selvática con la presencia de 300 unidades adicionales, las cifras indican que 53.404 migrantes irregulares, entre ellos 39.834 venezolanos, emprendieron la dura travesía que puede durar hasta 10 días.
El Senafront ha confirmado reiteradas veces en campo que los migrantes, en su mayoría personas venezolanas, viajan en condiciones de extrema vulnerabilidad, entre ellos muchos niños y bebés de brazos, que han desafiado el clima malsano, las fieras y los grupos criminales de trata de personas, responsables de robos y violaciones.
Las autoridades panameñas han hecho un trabajo excepcional para brindarles ayuda humanitaria, atención de primeros auxilios y registrarlos, pero muchos vienen sin documentos, pues proceden de otros países, además de Colombia.
Gran parte de ellos sufre graves problemas de salud, pues viajan sin sus medicinas, están deshidratados y vienen con problemas intestinales, productos de la mala calidad del agua que toman en la selva luego de que se les agota el líquido potable con el que arrancaron el viaje.
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