El Gobierno británico realizará una revisión para suavizar algunas de las medidas impuestas para evitar la propagación de la COVID-19, como la distancia de seguridad, con el objetivo de reactivar la economía, fuertemente sacudida por el parón de los meses de confinamiento.
EFE
El Ejecutivo del conservador Boris Johnson anunciará mañana ante el Parlamento la fecha de apertura de bares y restaurantes, que, según la prensa local, se fijará en el 4 de julio.
Se espera que también adelante que, a partir de ese momento, la distancia de seguridad pasará a ser de un metro, en lugar de los dos actuales, como reclama el sector hostelero.
Está previsto que el primer ministro evalúe hoy junto al comité de estrategia de la COVID-19 los cambios que entrarán en vigor a partir de la reapertura de la hostelería, que bajó la persiana el pasado 23 de marzo, tras decretarse el confinamiento.
Aunque algunos de estos negocios han podido operar bajo servicios de recogida y entrega a domicilio de pedidos, han solicitado al Gobierno que revise la obligatoriedad de mantener dos metros de distancia, ya que implicaría que al reabrir muchos locales solo pudiesen operar al 30 % de su capacidad, lo que para muchos sería inviable.
La revisión podrá estar sujeta a cambios
El gabinete de Johnson ha destacado que la relajación de esta medida, que situará en el metro la distancia mínima a guardar al estilo de países como Francia o China, estará basada en el consejo científico y podrá estar sujeta a cambios si se constata un repunte en los casos de coronavirus.
En las últimas veinticuatro horas, el Reino Unido ha registrado quince nuevas muertes por el virus, lo que eleva el número de fallecimientos hasta los 42.647, aunque algunas estimaciones hechas por expertos sitúan el total de decesos en más de 53.500.
Como afirmó hoy el ministro británico de Sanidad, Matt Hancock, en la rueda de prensa diaria, se trata de “cifras de lunes”, esto es, del retraso en el registro de decesos y contagios que se produce durante el fin de semana, aunque destacó que todos los datos “están disminuyendo” e indican que el país camina “en la buena dirección” y la enfermedad “está de retirada”.
El pasado viernes el Reino Unido rebajó la alerta por la COVID-19 del nivel 4 al 3, lo que implica que el virus sigue circulando, pero el riesgo de contagio no es tan alto y no aumenta de manera exponencial.
La Organización Mundial de la Salud recomienda mantener al menos un metro de distancia con el resto de personas para reducir las posibilidades de contagio; sin embargo, algunos asesores científicos del Gobierno británico han señalado que esta separación conlleva un riesgo hasta diez veces más alto que guardar los dos metros.
El Partido Laborista ha pedido a Johnson que publique los resultados de la revisión de las medidas obligatorias y ha vinculado su apoyo a la nueva normativa a que se impulsen otros criterios, como tener que llevar protección facial, disponer de más test y mejorar el sistema de rastreo de contagios.
El plan de desescalada, que incluye la apertura de comercios no esenciales y la vuelta a la actividad de sectores como la construcción o la hostelería, está siendo implementado a varias velocidades por los gobiernos regionales del país, por lo que las decisiones del Gobierno británico solo se implantan en Inglaterra.
La factura del parón económico
Los tres meses de parón económico han reportado una contracción del PIB británico del 20,4 % en abril, una cifra mensual récord de caída, según la Oficina Nacional de Estadísticas.
Se estima que el país va camino del peor trimestre (abril-junio) de retroceso económico de su historia, ya que todo indica que la cifra de mayo puede ser igual de baja antes de un ligero repunte en la de junio, debido a la lenta desescalada.
Entre los sectores más afectados están el comercio minorista, la hostelería y el turismo que han apoyado la demanda de relajar la distancia de separación y la obligatoria cuarenta de catorce días que han de realizar todos los pasajeros que lleguen al Reino Unido, lo que ha llevado al grupo de aerolíneas IAG, Ryanair y easyJet a querellarse contra el Gobierno.
Según el diario “Financial Times”, el Ministerio británico de Economía estaría elaborando los presupuestos que se presentarán el próximo otoño basándose en planes para permitir a las empresas aplazar el pago de impuestos y recortes en el gasto público, con el fin de generar un mayor estímulo fiscal en la economía.
El ministro de Economía, Rishi Sunak, se plantearía reducciones específicas de impuestos como el IVA para algunos sectores, incluido el turístico, debido a la presión de esta industria y las peticiones de varios diputados conservadores.
Para ayudar a las empresas afectadas por la pandemia a pagar los salarios de los trabajadores en riesgo de despido, el Gobierno de Johnson ha lanzado un plan similar a los ERTE españoles que cubre el 80 % de los sueldos, lo que se calcula que cuesta unos 14.000 millones de euros al mes, similar a la inversión en el sistema nacional de salud.
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