La capital de China canceló decenas de vuelos, cerró escuelas y aisló a algunos vecindarios el miércoles, en renovados esfuerzos por contener un rebrote de coronavirus que está avivando los temores a una segunda ola de contagios.
El resurgimiento de la enfermedad en Pekín durante los últimos seis días ha alterado la vida cotidiana de muchos de sus habitantes y algunos temen que toda la ciudad se dirija hacia un confinamiento por el incremento de nuevos casos de COVID-19.
Las autoridades sanitarias informaron 31 nuevas infecciones confirmadas al 16 de junio, con lo que los contagios acumulados desde el jueves ascienden a 137, el peor rebrote de la enfermedad en Pekín desde inicios de febrero. Desde el domingo se tomaron pruebas a descarte a 356.000 personas.
El mercado de Xifandi, donde se detectó el brote más reciente, es uno de los principales centros de comercio mayorista de alimentos de la capital, con altos volúmenes de productos negociados y concentraciones de personas, dijo Pang Xinghuo, funcionaria de control de enfermedades en Pekín.
“El riesgo de que el brote se siga expandiendo es enorme y es difícil controlarlo”, dijo en una rueda de prensa. “No podemos descartar la posibilidad de que el número de casos persista por un tiempo”, sostuvo.
Aunque las carreteras y autopistas de la ciudad seguían abiertas y no se ha ordenado parar a las empresas y fábricas, las autoridades intensificaron las medidas para restringir la circulación hacia, desde y alrededor de la ciudad.
Cerca del 60% de los vuelos en el aeropuerto internacional de Pekín fueron cancelados o serán suspendidos el miércoles, de acuerdo a datos de la firma de seguimiento de transporte aéreo Variflight, al igual que la mitad de los viajes en Daxing, el segundo terminal aéreo de la ciudad.
La mayoría de los vuelos afectados eran locales.
Medios estatales dijeron que los pasajeros de viajes en tren obtendrían reembolsos por sus boletos, en una aparente recomendación de evitar los traslados.
Todos los servicios de taxis, así como algunas rutas de autobús de larga distancia, se cancelaron el martes, cuando las autoridades colocaron de nuevo a la ciudad en el nivel dos de alerta, el segundo más alto en un sistema de respuesta de emergencia de cuatro grados contra el COVID-19.
Guarderías, colegios de primaria y secundaria de todo Pekín permanecen cerrados, al igual que algunos restaurantes, bares y discotecas.
Las autoridades chinas habían designado a 32 barrios como zonas de riesgo medio hasta el miércoles, donde las personas que entran son sometidas a controles de temperatura y registro. Una zona cercana al gigantesco mercado de alimentos de Xifandi fue categorizada como área de alto riesgo, lo que dejó bajo cuarentena a los residentes.
Los habitantes de zonas de alto y mediano riesgo tienen prohibido salir de Pekín. Personas de otros vecindarios que deseen trasladarse fuera de la capital tienen que presentar una certificación negativa de pruebas del coronavirus.
“Lo que me preocupa es que haya una respuesta de emergencia nivel uno como antes, lo que hará imposible que la gente trabaje”, dijo un trabajador de medios de comunicación de 23 años llamado Wang.
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