Primero llegó el virus, luego el recelo. Los dos positivos por coronavirus detectados en la colonia menonita El Tupá, en la céntrica provincia argentina de San Luis, desataron la desconfianza entre los habitantes de los pueblos cercanos.
José Manuel Rodríguez / EFE
Tanto Abraham Blatz, un líder de la comunidad menonita, como Sergio Moreira, intendente de Nueva Galia, uno de los pueblos vecinos, comparten ese miedo.
Los menonitas de El Tupá, que llegaron a la región hace cerca de tres años desde México, rechazan el uso de mucha de la tecnología moderna y llevan su vida dentro de su colonia, sin demasiado contacto con el exterior, lo que no ha sido problema para desarrollar una «relación muy buena» con los pueblos más cercanos, según Moreira.
El intendente del pueblo vecino cree que se suman dos factores: el miedo de las personas a la enfermedad y que la colonia menonita fuera el primer foco de coronavirus en la provincia, que a día de hoy registra once casos, la mayoría de ellos con orígenes epidemiológicos que no están relacionados con la colonia.
¿QUIÉNES SON LOS MENONITAS?
Los menonitas son una rama del cristianismo, en este caso cristianismo anabaptista, que fue perseguida tanto por luteranos como católicos desde su creación en el siglo XVI, lo que hizo que gran parte de sus fieles migraran por varios países de Europa hasta instalarse en Estados Unidos y Canadá y, posteriormente, en México y Suramérica, en la búsqueda de una zona donde aceptaran sus costumbres.
Pese a que existen menonitas que viven en ciudades, tradicionalmente los seguidores de esta fe suelen asociarse en el imaginario popular con los colonos que viven en lugares como El Tupá e intentan mantener el estilo de vida de sus ancestros del siglo XVIII, explica Jorge Scampini, profesor de la Universidad Católica Argentina (UCA).
Scampini, no obstante, alerta sobre la posibilidad de confundirlos con los Amish, otra rama del anabaptismo más radical en la no utilización de tecnologías modernas, ya que el profesor destaca que los menonitas sí han introducido ciertos avances tecnológicos en campos como la producción agropecuaria.
“Hasta ahora en las colonias han conservado ‘una cierta endogamia’», explica el profesor de la UCA, que señala que los matrimonios menonitas se dan en el marco de la colonia y es raro que tengan contacto con personas del exterior, además de que se mantienen los roles heteropatriarcales de género: el hombre trabaja fuera de casa y la mujer en el ámbito doméstico.
Entre otras características de este pueblo, se encuentra la decisión de desvincularse del Estado en todo lo posible y que, por ejemplo, sus hijos estudian en escuelas dentro de las propias colonias.
A Argentina, cuenta Scampini, estos feligreses llegaron inicialmente como misioneros en los años cincuenta del siglo pasado y, varias décadas después, fundaron su primera colonia en La Pampa, en el centro del país, a la que siguieron otras en la norteña provincia de Santiago del Estero o la ya mencionada en San Luis.
DEL VIAJE A LOS POSITIVOS
Todo comenzó en marzo, cuando los menonitas recibieron una visita de México, el lugar de origen de la mayoría de las aproximadamente 60 familias que viven en El Tupá, según Blatz.
Tras la visita, once personas empezaron a tener síntomas similares a la gripe, lo que motivó la intervención de la Sanidad provincial, que tomó tres muestras, de las que dos fueron positivas por coronavirus, según explicó el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Sáa.
Ante el hallazgo, tanto los menonitas como Nueva Galia, la localidad más cercana a la comunidad, quedaron aisladas por completo y se prohibieron tanto las entradas como las salidas.
El intendente de Nueva Galia contó a Efe que él mismo se encargaba de llevar víveres y suministros a los menonitas en su vehículo personal, que luego desinfectaba.
Durante el periodo de aislamiento, que en el caso de Nueva Galia ya se relajó y pasó a ser una cuarentena como la del resto de Argentina, los enfermos se recuperaron en la colonia sin necesidad de hospitalizarlos.
PROBLEMAS ECONÓMICOS
“No tenemos nada de ingresos, estamos tirando la leche”, destaca Blatz sobre la situación económica de la colonia, cuyo motor económico es una fábrica de quesos, que luego venden a proveedores del exterior, pero que ahora no pueden ir a buscarlos.
Cuarenta familias poseen vacas, cuya leche se utiliza para los quesos, mientras que el resto de colonos vive también de la agricultura, la ganadería y algunos talleres que fabrican aperos agrícolas.
El líder de la comunidad asegura que no pedirán ninguna ayuda al Estado para recuperarse de la crisis, en consecuencia con su religión, que prohíbe este tipo de demandas al Estado.
El intendente de Nueva Galia comparte la preocupación por el futuro económico de sus vecinos y subraya que se está “viendo con ellos” para ver cómo “evolucionar” el modelo de negocio de la colonia una vez se normalice la situación.
“Obviamente ninguna persona quiere pillar el virus para poder contagiarse, pero bueno la psicosis de la gente les lleva a que se pueda pensar eso por el miedo”, se lamenta Moreira, quien asegura tener una buena relación con los menonitas y mantener contacto telefónico para llevarles diversos productos como medicinas, a la espera de que termine la cuarentena y se pueda hacer algo por tender nuevos puentes entre ambas comunidades.
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