«Vacunarse hoy con la vacuna que esté disponible es lo mejor que se puede hacer”, dice de entrada Laurie-Anne Ximénez-Fyvie, doctora en Ciencias Médicas con especialización en microbiología egresada de la Universidad de Harvard, en entrevista con DW.
América Latina experimenta una preocupante alza de contagios. En Brasil, Uruguay e incluso Chile, ejemplo mundial en velocidad de vacunación, los casos van en alza y los hospitales están desbordados. Junto con insuficientes medidas de contención de la pandemia y el ingreso de nuevas variantes, la capacidad de respuesta de las vacunas es un factor importante.
Aunque no en forma exclusiva, casi todos los países latinoamericanos están administrando vacunas contra el Covid-19 de los laboratorios chinos Sinovac, Sinopharm y CanSino. De hecho, ésta es la región del mundo en que tienen mayor presencia.
Ximénez-Fyvie, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), destaca que, por la información disponible, estas vacunas son seguras, pero «su eficacia está en un rango muchísimo más bajo que las vacunas ARNm, como Pfizer-BioNtech y Moderna”. Y en el caso de las de virus inactivado, como Sinovac y Sinopharm, producirían una inmunidad menos duradera.
Es difícil comparar la «calidad” de distintas vacunas que se estudian y aplican en circunstancias y lugares diversos. Los preparados chinos aún no han sido incluidos en la lista de vacunas de emergencia por el Grupo de Expertos para Asesoramiento Estratégico (SAGE) de la OMS. Se espera que este mes el organismo las apruebe, para lo cual deben mostrar al menos un 50% de eficacia.
Este sábado, tras admitir que sus vacunas «no tienen tasas de protección muy altas”, el director de los Centros de Control de Enfermedades de China, Gao Fu, debió aclarar que todo fue un malentendido y que se refería a que todas las vacunas deben buscar mejorar su desempeño.
Una crítica frecuente a los laboratorios chinos es que no han publicado sus estudios de fase III, por lo que falta información, verificada por los pares, sobre la eficacia. «La evidencia que se tiene son solo comunicados de las propias farmacéuticas, pero no una publicación científica a la que se pueda hacer el debido escrutinio a la metodología y al ensayo clínico”, afirma la Dra. Ximénez-Fyvie.
El mayor avance lo dio Sinovac con el preprint de su estudio en Brasil, donde indica que tiene un 50,7% de eficacia contra la enfermedad sintomática, un 83,7% contra casos moderados y un 100% contra casos severos. De las otras dos vacunas chinas hay menos información. Sinopharm realiza estudios en Perú. La vacuna tendría un 79% de eficacia. La de CanSino, en tanto, de tecnología similar a la de AstraZeneca, ha reportado un 65%. Las otras vacunas más usadas en la región son AstraZeneca, (76%), Sputnik (91%), Moderna (91%) y Pfizer-BioNtech (95%).
En un encuentro de la plataforma Data Covid Chile, el epidemiólogo de la Universidad de Harvard Eric Feigl-Ding explicó que «las vacunas chinas sí previenen enfermedades severas muy bien con dos dosis” y que su protección es más baja para casos sintomáticos moderados y aún menor para asintomáticos. Por esto no impiden que el virus se siga transmitiendo y circulando. Estudios preliminares de las vacunas ARNm, en tanto, indican una más alta protección en ese sentido.
La vacuna no es la única solución a la pandemia. Conocer su eficacia permite enfocar estrategias de contención del virus y futuras revacunaciones con terceras dosis.
Vacunas y nuevas estrategias en América Latina
Las farmacéuticas chinas se han movido con inteligencia y rapidez para abastecer a América Latina. Aquí tienen la posibilidad de realizar estudios en zonas de alto contagio, establecer alianzas con prestigiosas universidades e institutos locales y, de este modo, llegar a los gobiernos. Sinopharm tiene acuerdos con Argentina, Bolivia, Perú y Venezuela. Sinovac con Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, México, Paraguay, República Dominicana y Uruguay. CanSino despacha a México y enviará próximamente a Chile.
Aun con una eficacia discreta, «es mejor que la mitad de los que se vacunan queden protegidos contra la enfermedad a no tener a nadie protegido”, observa la Dra. Ximénez-Fyvie. El camino es vacunar rápido y a la mayor población, pero también incrementar las medidas de contención de la pandemia. Para ello es necesario reforzar la comunicación de riesgo y mantener medidas para frenar la propagación del virus, como ventilación, mascarillas adecuadas, trazabilidad y aislamiento. Mientras más rápido se corte la circulación del virus, menos riesgo de que surjan nuevas variantes.
Todavía no hay vacuna para menores de 16 años y con la llegada de las peligrosos nuevas variantes el panorama se complica. Se sabe que la vacunación por sí sola no es suficiente para detener la pandemia y, con nuevas variantes y vacunas menos eficaces, la inmunidad de rebaño podría demorar más de lo esperado.
La Dra. Ximénez-Fyvie propone hacer pruebas serológicas 28 días después de la segunda dosis para medir la respuesta inmune. Es sencillo, no tiene un alto costo y «quienes no tengan suficiente respuesta inmune pueden recibir un refuerzo». En su opinión, como no se sabe cuánto tiempo durará la inmunidad que confieren las vacunas, «podríamos estar ante el escenario de recibir un refuerzo una vez al año y debiera existir la opción de elegir con qué vacuna”.
En paralelo, habría que seguir vacunando para reducir el riesgo de cuadros severos, hospitalización y muerte. La disminución de personas hospitalizadas mayores de 70 años en unidades de cuidado intensivo en Chile genera esperanza, aunque todavía es pronto para atribuirlo completamente a la vacunación. «Particularmente en los países de Latinoamérica, donde la pandemia está azotando tan duro y sin freno, sería muy importante enfocarse en vacunas como Pfizer y Moderna, de las que se tiene más evidencia que son más efectivas contra las variantes y confieren una inmunidad a más largo plazo”, concluye la Dra. Ximénez-Fyvie.
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