El coronavirus (COVID-19), está llevando al límite a gobiernos y organizaciones internacionales, incluso una tan veterana como la Cruz Roja, con siglo y medio de experiencia en la respuesta a crisis y conflictos.
Antonio Broto / EFE
La doctora colombiana Esperanza Martínez, jefa de Salud del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), analiza en una entrevista con Efe los desafíos que la pandemia plantea a la organización, tanto en zonas en guerra como en los países más afectados por el coronavirus.
PREGUNTA: ¿Qué mundo saldrá de esta gran crisis sanitaria y cómo cambiará a la Cruz Roja?
RESPUESTA: Está generando un despertar, pues estamos viendo cómo la humanidad está conectada, cómo lo que sucede en una parte del mundo afecta a la otra, por lo que espero que al salir de la crisis haya mayor solidaridad internacional frente a las ideas de aislarnos y poner barreras. Cruz Roja va a aprender también muchas lecciones, es pronto decir cuáles, pero seguro que repensaremos qué parte de nuestras intervenciones pueden ser modificadas o cuáles no son tan importantes.
P: ¿Es este el mayor desafío para la Cruz Roja en su historia?
R: En término de número de países afectados es, en efecto, una de las mayores crisis enfrentadas por nuestra organización. Para nosotros se añade el desafío de que las restricciones para controlar el virus tienen un impacto en nuestro personal, incluido el humanitario.
P: El CICR trabaja principalmente en áreas en conflicto y algunas de ellas, como el Yemen o Sudán del Sur, no han reportado casos, ¿habrá llegado allí el coronavirus?
R: Son países cuyos sistemas de salud están bastante deteriorados por años de guerra, así que creemos que hay casos, pero que no han podido ser confirmados.
P: Una dificultad para Cruz Roja será que países tradicionalmente donantes para esos países en conflicto, por ejemplo en Europa, están ahora sumidos en sus propias crisis sanitarias.
R: Sí, es una situación peculiar en la que los países donantes están quizás sufriendo más que los que habitualmente reciben donaciones. Pero esta crisis es una llamada de alerta indicando que hay que invertir en las regiones con sistemas de salud más débiles para evitar un empeoramiento de la crisis sanitaria a nivel global. Es por ello que Naciones Unidas pidió la semana pasada 1.200 millones de dólares para hacer frente a esta crisis y Cruz Roja ha hecho un llamado paralelo por valor de 850 millones para trabajar en países que en este momento no pueden responder por sí solos.
P: El CICR suele trabajar en zonas en conflicto, pero para los sistemas sanitarios de países como Italia o España la situación se asemeja a la de una guerra. ¿Puede en estas situaciones intervenir de alguna manera la Cruz Roja?
R: En zonas como España, Italia y otros países de la Unión Europea el apoyo principal lo van a dar sus sociedades nacionales de Cruz Roja y la federación internacional que las coordina. Sin embargo, en Cruz Roja Internacional estamos ahora teniendo personal bloqueado en muchos países (por ejemplo en áreas en conflicto), por lo que estamos viendo la posibilidad de que ayude de alguna manera, por ejemplo, aquí en Suiza. Estamos ofreciendo a países normalmente donantes nuestro conocimiento en materia de situaciones de emergencia.
P: ¿Cuántos de estos trabajadores del CICR «bloqueados» podrían trabajar entonces en países como España o Italia?
R: No puedo dar por el momento cifras precisas, estamos haciendo un seguimiento de cuánto personal tenemos en países como Francia, Suiza o Italia. También estamos en conversaciones con el Hospital Universitario de Ginebra para poder prestar apoyo especialmente en cuidados intensivos.
P: ¿En qué países el personal de Cruz Roja está viéndose especialmente bloqueado, por las cuarentenas y limitaciones a los viajes?
R: En la mayoría de los países donde el CICR trabaja, sería más rápido enumerar aquellos en los que no está ocurriendo. En buena parte de los países de Asia, por ejemplo, nuestras delegaciones están saliendo de duraderos periodos de cuarentena, mientras que en África están entrando en ellos. Hay mucho debate con gobiernos para que el personal humanitario tenga la misma libertad de movimientos que el sanitario, porque también son tareas esenciales para la supervivencia de muchas poblaciones.
P: ¿Cuál es la situación en Latinoamérica?
R: Cruz Roja tiene presencia a lo largo de la ruta migratoria en Centroamérica, y una de las mayores operaciones que tenemos en la región es en Venezuela. Ese país nos preocupa porque su sistema de salud está muy deteriorado y ya antes hubo emergencia por el resurgimiento de enfermedades como el sarampión o la malaria, la llegada allí de la COVID-19 es muy preocupante.
P: ¿Cómo puede servir para la lucha contra el coronavirus la anterior experiencia de Cruz Roja en la respuesta a epidemias como las del virus del ébola?
R: Una de las primeras cosas que aprendimos es que las medidas de saneamiento básico, como lavarse las manos o tener acceso a agua y jabón, realmente funcionan, aunque suenen poco atractivas. Con el ébola o el cólera también acumulamos experiencia en evitar que estas infecciones se propagaran a zonas como prisiones o centros de detención, algo que podría haber matado a miles de personas. Otra área en la que ha trabajado el CICR es el manejo de las personas que fallecen, de forma digna, pero al mismo tiempo evitando la propagación del virus.
P: ¿Tiene Cruz Roja problemas de abastecimiento de mascarillas y otros equipos de protección, como ocurre en muchos países afectados?
R: Estamos igual que muchos gobiernos, que las Naciones Unidas y que otros actores humanitarios, porque todos dependemos de las mismas industrias para obtener nuestros elementos de protección personal. Pero tenemos un sistema de logística bastante fuerte, que mantiene contacto con estas industrias, hemos ordenado producción y la distribuimos a los países a los que hemos dado prioridad, aquellos que no tienen industria local de este tipo o que están sujetos a embargos.
P: ¿Participa Cruz Roja en la investigación de vacunas o tratamientos?
R: No directamente, pero estamos asociados a instituciones académicas y de investigación, nos sentamos en muchos grupos de análisis para ver qué se está desarrollando. No solamente por ver qué vacunas van a estar disponibles, sino para asegurar que estas no sólo las puedan pagar los países desarrollados.
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