Desde que se reportó el primer caso en África, el 14 de febrero, medios de comunicación en todo el mundo, expertos, gobiernos y hasta la Organización Mundial de la Salud (ONU) han pronosticado una «catástrofe» en el continente.
Por BBC
Aunque expertos advierten que todavía es muy pronto para cantar victoria, el «desastre inminente» que vaticinó John Nkengasong, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de África, aún no ha ocurrido.
Mientras que Europa contabiliza más de 1,5 millones de casos confirmados, Estados Unidos supera los 1,3 millones y América Latina se acerca a los 250.000, el continente africano ha reportado alrededor de 55.000 contagios.
Su relativamente baja cifra de muertos sorprende aún más: hasta el 8 de mayo, esta región del mundo había registrado poco más de 2.000 muertes, un saldo muy inferior al de otros continentes o incluso si se compara con una ciudad como Nueva York, que ya ha superado las 20.000 víctimas mortales.
Estos números impresionan más si se toma en cuenta que África es el segundo continente más poblado del mundo con sus 1.200 millones de habitantes.
Pero ¿qué se esconde detrás de la aparente resistencia del continente africano a la pandemia de coronavirus y por qué hay tan pocos casos reportados de covid-19?
Diversidad de enfoques
Los países africanos más afectados son Sudáfrica con 10.015 casos, Egipto con 9.400, Marruecos con 6.063 y Argelia con 5.723 (cifras a 11 de mayo).
Juntas, estas 4 naciones suman prácticamente el 50% del total de los contagios en África.
Algunos expertos argumentan que la explicación a la presunta excepción en la que se ha convertido el continente es que los deficientes sistemas de salud locales no permiten hacer suficientes pruebas y detectar más infecciones por covid-19, debido principalmente a la carencia de recursos.
Pero otros aseguran que también influyen otros factores, que van desde elementos demográficos hasta la menor movilidad.
Anne Soy, subeditora de BBC África, explica que en realidad en el continente hay una gran variedad de enfoques, pues estamos hablando de 53 naciones que han confirmado la presencia del virus y que han tomado distintas estrategias para hacerle frente.
«Tenemos países que han tomado medidas drásticas desde el principio y donde el número de casos sigue subiendo, sin embargo, hay otros que aún siguen en negación y no están implementando medidas para prevenir la propagación de la enfermedad, como Tanzania», dice la también corresponsal de la BBC en África.
El presidente tanzano John Magufuli es uno de los pocos líderes mundiales que continúa minimizando la gravedad del virus. La semana pasada, cuestionó la precisión de las pruebas de covid-19 y despidió al jefe del laboratorio nacional de salud a cargo de efectuarlas denunciando un «juego sucio».
Previamente, Magufuli le había pedido a los tanzanos que recen para que el coronavirus se vaya, y su gobierno no ofrece actualizaciones diarias sobre el avance del brote.
Medidas tomadas a tiempo
Pese a unas pocas excepciones, la mayoría de los países africanos tienen en común que han tomado medidas «más rápido que el resto del mundo», destaca Soy.
«Han sido más decisivos y han tomado medidas drásticas desde muy temprano. Ruanda fue uno de los primeros en implementar un confinamiento cuando tenían menos de 20 casos confirmados. Cerraron la puerta; detuvieron los vuelos internacionales», precisa.
Sudáfrica, el país africano que hasta ahora tiene el mayor número de infectados, impuso desde el 27 de marzo uno de los confinamientos más estrictos del mundo que prohibía todos los vuelos comerciales y hasta la ventas de licores y cigarrillos.
Debido principalmente al desplome de la actividad económica sudafricana, sus autoridades sanitarias comenzaron a relajar algunas medidas la semana pasada.
Experiencia con epidemias
Aunque la pandemia de coronavirus es la crisis sanitaria más grave que nuestra generación ha vivido, está lejos de ser la primera. Especialmente en África, un continente que ha enfrentado fuertes epidemias de malaria, tuberculosis, cólera, VIH y ébola.
Todas estas enfermedades han cobrado vidas, pero también han obligado a la comunidad científica y médica africana a innovar.
«Su población está acostumbrada a reaccionar rápidamente, a utilizar voluntarios en las poblaciones rurales. Creo que eso les ha permitido hacer circular informaciones sobre las medidas de prevención y aplicarlas a tiempo», le dice a BBC Mundo Karl Blanchet, experto en salud global y emergencias sanitarias del Centro para la Educación y la Investigación sobre la Acción Humanitaria de Ginebra (Cerah, por sus siglas en inglés).
La reciente epidemia de ébola que azotó África occidental con mayor intensidad entre 2014 y 2016 causó estragos en países como Guinea, Liberia y Sierra Leona y dejó más de 11.000 muertes.
Aunque en marzo de 2016 la OMS declaró el fin de la emergencia sanitaria en la región, las autoridades aún se mantienen alerta en algunas de las naciones más afectadas por el brote debido a la aparición de casos aislados.
«El ébola era un problema que todavía estaba allí cuando se declaró la pandemia de covid-19. Eso significa que algunos países africanos ya contaban con la infraestructura de detección en los aeropuertos. Ya había funcionarios de salud pública y termómetros sin contacto en los puertos de entrada», explica Soy.
El brote de ébola en África occidental también le enseñó África la importancia de detectar casos rápidamente, tratar los casos confirmados y cómo aislar a la comunidad, según la periodista de la BBC.
«A causa de esa epidemia la gente incluso dejó de estrecharse las manos en África occidental y en la República Democrática del Congo. Creó conciencia», añade.
¿Hay un factor demográfico?
La pirámide demográfica africana es otro elemento que puede haber ayudado a que el saldo mortal en la región no sea mayor: África es el continente con la población más joven del mundo.
Blanchet apoya esta hipótesis y resalta que «la edad media en África es de 19,7 años, mientras que en Europa es de alrededor de 40 años, por ejemplo».
Si bien Anne Soy reconoce que esta podría ser uno de los factores, previene que aún no hay ningún estudio científico que respalde esta teoría.
«Puede que sea una de las ventajas de África, pero al mismo tiempo también tienes una gran población de niños desnutridos, que tienen un sistema inmunológico más débil que el resto de la población, lo cual los hace más vulnerables. ¿Significa esto que tendríamos que ver más niños africanos afectados?», se pregunta.
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