La búsqueda de pruebas rápidas de COVID-19 en Caracas se ha convertido en uno de los dolores de cabeza de los ciudadanos que sospechan estar contagiados con el coronavirus.
Efecto Cocuyo realizó un trabajo especial que refleja la incertidumbre de las personas.
A continuación el reportaje
La madre de Luisely Castro sospechaba que tenía COVID-19. Después de una semana con síntomas, su familia decidió que era momento de salir en búsqueda de las pruebas que pudieran confirmar o descartar la enfermedad. Durante un día y medio recorrieron nueve centros de salud de Caracas, pero no tuvieron éxito.
Acudieron a seis Centros de Diagnóstico Integral (CDI): dos por la avenida Andrés Bello, dos en Pinto Salinas, uno en Catia y uno al sur de la ciudad. Fueron a tres hospitales: el Periférico de Catia, el Periférico de Coche y la carpa del Hospital Universitario de Caracas, y en ninguno les fue posible someterse a las pruebas.
“En todos los CDI u hospitales había mucha gente acumulada en las entradas. En el primer CDI nos dijeron que había un fallecido y no lo habían ido a buscar. En otro nos dijeron que estaba infectado por dos contagiados que no habían buscado y que hacían solo diez pruebas, luego nos dijeron que ellos no tenían pruebas”, cuenta Luisely Castro.
Solo encontraron pruebas en uno de los CDI en Pinto Salinas. Tras luchar para acceder, pudieron llegar a las 12:01 pm, pero les dijeron que atendían hasta las 12 en punto y no les hicieron las pruebas. Agotados y tras nueve días con síntomas, decidieron no seguir buscando.
“Optamos por simplemente ponernos nosotros mismos en cuarentena en casa y siguiendo tratamiento de unos amigos estudiantes de medicina que me han ayudado y hecho seguimiento”, agregó Castro.
Ni embarazadas se salvan del ruleteo
El ‘ruleteo’ al que debían someterse los pacientes por la crisis del sistema de salud venezolano no se ha detenido durante la pandemia: se ha agravado por la falta de disponibilidad de pruebas rápidas en los centros de salud y la centralización de las pruebas, pues solo se realizan en el sector público.
Con 39 semanas de embarazo, la prima de Luis Martínez tuvo que iniciar su búsqueda. Le pidieron como requisito tener una prueba rápida negativa para coronavirus para poder someterse a una cesárea, procedimiento que necesita por la posición y el tamaño de su bebé. Acudió al Hospital Universitario de Caracas (Clínico) y al recién inaugurado “hospital intermedio” en el Poliedro de Caracas, pero en ambos le dijeron que no estaban realizando pruebas.
De allí la enviaron a recorrer varios CDI. Solo en el CDI de Pinto Salinas le dijeron que sí estaban haciendo las pruebas, pero le indicaron que pasara al día siguiente en la mañana porque estaban desinfectando y solo realizan “20 pruebas diarias”.
La misma situación la vivió la doctora Yanitza Quintero. Uno de sus familiares comenzó con síntomas de malestar gripal. Durante 13 días fue empeorando: tenía decaimiento, dolor cada vez más intenso en todo el cuerpo y tos seca. Tras días con tos, comenzaba a presentar dificultad respiratoria, por lo que decidió examinarlo y sospechó que se trataba de COVID-19.
Desde las 8 am hasta la 1 pm del 3 de agosto acudieron a dos CDI, uno en Propatria y otro en La Ciudadela, y en ambos les dijeron que las pruebas estaban agotadas. Luego se trasladaron hasta dos hospitales: los Magallanes de Catia y Lídice. En el primero les indicaron que tampoco contaban con pruebas rápidas y que las pruebas moleculares eran solo para pacientes hospitalizados. En el segundo les dijeron que “todo estaba contaminado” y que no había pruebas.
Yanitza Quintero se devolvió, pero su familiar siguió empeorando. Dos días después, lograron que su familiar se sometiera a una prueba rápida en la Clínica Popular de Caricuao, donde finalmente obtuvieron el primer diagnóstico positivo para COVID-19. Requería ser hospitalizado, por lo que lo refirieron al hospital Dr. Domingo Luciani de El Llanito, pero no había cupo. Acudió al hospital Miguel Pérez Carreño y al Hospital Universitario de Caracas, sin éxito.
Finalmente ingresó el 5 de agosto a Los Magallanes de Catia, y junto a dos pacientes más, llenó el cupo de hospitalización, que inicialmente era de 15 camas y luego se extendió a 25 camas, según médicos del hospital, que aseguran que deberían tener más pruebas rápidas, pero les envían pocas y “se agotan velozmente”.
Faltan más de 8 millones de pruebas
El pasado 15 de abril, el mandatario Nicolás Maduro aseguró que Venezuela tenía que llegar a 10 millones de pruebas diagnósticas y encargó a su vicepresidenta, Delcy Rodríguez, cumplir la orden con ayuda de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), China, Rusia, Irán y Cuba.
“Tenemos que llegar a 10 millones de pruebas para cumplir el protocolo completo de la OMS y proteger a nuestro pueblo”, dijo Maduro. Hasta el 12 de agosto, Venezuela había realizado 1.611.225 pruebas, un promedio de 322.245 pruebas por mes desde que se confirmara la presencia del virus en el país. Si ese ritmo se mantiene, Venezuela alcanzaría la meta de testear casi el 30% de su población luego de dos años y dos meses: en mayo de 2022.
Mientras, entre julio y agosto de 2020, la ausencia de pruebas rápidas ha afectado el funcionamiento de algunas áreas dispuestas para captar personas con COVID-19. Las carpas instaladas en el Clínico para funcionar como área de triaje respiratorio cerraron el 24 de julio por falta de pruebas rápidas. Tampoco contaban con los materiales necesarios para tomar muestras para las pruebas moleculares pese a estar a escasos metros del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel, principal laboratorio habilitado para confirmar la presencia del virus.
Dirigentes del gremio de la salud también han denunciado la situación. El pasado 6 agosto, la presidenta del Colegio de Profesionales de la Enfermería del Distrito Capital, Ana Rosario Contreras, aseguró que no había suficientes pruebas en el país. “Los invito a que traten de buscar un prueba en cualquier parte del país para que vean que esto es así”, resaltó en rueda de prensa.
En Venezuela, el Estado está a cargo de las pruebas para el diagnóstico de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus. Durante los primeros días de cuarentena, el municipio Chacao del estado Miranda realizó jornadas de despistaje de COVID-19 con la coordinación de Salud Chacao, el Distrito Sanitario 7 y el Instituto de Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss). Pero Salud Chacao no realiza descarte en sus sedes.
“Actualmente se han realizado jornadas a sectores específicos, más vulnerables y con mayor exposición al virus, como servidores públicos de las áreas de seguridad y salud. En Chacao existen puntos donde los interesados pueden acudir a practicarse la prueba, como el Área de Salud Integral Comunitaria (liceo) Gustavo Herrera y el Ivss Chacao”, explicó Maggia Santi, directora de Salud Chacao.
También esperan resultados PCR
Si las personas encuentran dónde realizarse la prueba rápida y sus resultados son positivos, el siguiente paso es la toma de muestras para las pruebas moleculares (PCR, reacción en cadena de la polimerasa), las de mayor fiabilidad para el diagnóstico. Pero la espera puede demorar semanas.
Así le sucedió a Marta*. A finales de julio, Marta dio positivo para coronavirus en una prueba rápida en el CDI El Pinar. Desde entonces permanece aislada en un hotel en Plaza Venezuela, en Caracas. El 28 de julio le tomaron la muestra para la prueba molecular, pero hasta el 12 de agosto, 15 días después, aún desconocía el resultado.
“Me dijeron que mi resultado iba a salir de siete a diez días desde ese martes, pero el jueves de esa misma semana me dijeron que debido al retraso el resultado iba a tardar 15 días”, dijo. Además expresó que en el hotel donde se encuentra hay personas que llegaron antes que ella y todavía no han recibido confirmación de su diagnóstico.
Mientras espera, debe velar por el aseo de su habitación. Agradece que el hotel tenga agua y le dan tres comidas diarias, pero destaca que en oportunidades son porciones pequeñas.
Otras personas incluso tienen que esperar que les tomen las muestras para las PCR. Ana*, una trabajadora de un CDI, resultó positivo en una prueba rápida el 26 de julio. En lugar de dejarla internada, la enviaron a su casa. Le recomendaron descansar y “tomar mucho limón” y le dijeron que le tomarían la muestra para la PCR en una semana.
Luego de dar positivo en otra prueba rápida el 3 de agosto, finalmente fue hospitalizada en el CDI, pero no le suministraron tratamiento. Tras 12 días desde el primer resultado, aún no le habían tomado el hisopado nasofaríngeo para realizarle la prueba molecular. Ansiosos, sus hijos han acudido a distintos CDI donde estarían realizando el test, pero incluso llegaron a ofrecerles la prueba si pagaban 45 dólares.
Con información de Efecto Cocuyo
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