A pesar de las órdenes de quedarse en casa para contener los contagios del nuevo coronavirus, muchas de las famosas playas de Río de Janeiro han estado llenas de surfistas que buscan atrapar la primera gran ola de la temporada.
Reuters
Eso ha llevado a surfistas como Guilherme Faria a un debate público sobre los límites legales del deporte al aire libre: en su caso, tema que pronto será resuelto por un juez.
El joven de 22 años dijo que estaba atrapando olas el domingo en la playa de Copacabana cuando un policía lo sacó del agua y lo llevó a la estación.
“Desafortunadamente, surfear ahora es un crimen”, se quejó Faria, quien recibió una citación judicial, vista por Reuters. “Espero no terminar con antecedentes penales por algo tan tonto como eso”.
Unas horas más tarde, incluso con la amenaza de una multa, Faria y su grupo estaban de vuelta en la playa.
Al igual que miles de otros cariocas, reconocidos por su afición al deporte, Faria no se pudo resistir al llamado del aire libre.
La explanada que bordea la costa de la ciudad está llena de personas que corren. Grupos de ciclistas suben y bajan por las serpenteantes calles que recorren los cerros de la ciudad.
El 17 de marzo, funcionarios municipales y estatales imploraron a los residentes que se quedaran en sus hogares, cerrando las playas y parques de la ciudad ante el acelerado avance del coronavirus en la tercera ciudad más grande de América Latina.
Río es el segundo estado con más contagios de Brasil, según el Ministerio de Salud, que informó el lunes 12.056 casos confirmados de coronavirus en todo el país.
Algunos han cumplido, citando el peligro de propagar la enfermedad en el camino a las playas. Muchos sostienen que las lesiones relacionadas con el deporte podrían desviar recursos médicos vitales de la lucha contra el coronavirus. El debate también ha afectado a otros deportes en solitario, desde el esquí hasta la escalada.
“Hay diferentes opiniones entre las diferentes asociaciones deportivas. Cada semana salen nuevas pautas”, dijo Ana Carolina Corte, doctora oficial del Comité Olímpico Brasileño. Agregó que algunos deportes aún se pueden hacer “solos, sin multitudes, sin correr junto a otras personas”.
Incluso los decretos legales han sido objeto de debate.
El gobernador del estado de Río, por ejemplo, prohibió “pasar tiempo en las playas”, ya que algunas de las normas podrían referirse a un surfista en el agua, pero no a un patinador que cruza rápido por el paseo peatonal.
Sin embargo, algunos surfistas afirman que sólo cruzan la arena para ingresar al océano o que incluso ingresan al mar a través de formaciones rocosas.
No obstante, muchos reconocen que sus preocupaciones palidecen al lado del desafío que enfrenta Brasil. Los gobernadores estatales han advertido que los sistemas de salud pública podrían colapsar pronto.
Bruno Bocayuva ha dejado de surfear durante semanas y ahora salta la cuerda, hace flexiones y se mantiene en movimiento de cualquier forma que puede.
“Realmente extraño esa sensación de estar en el agua (…), de conectarse con la naturaleza con el surf, lo que da una conexión tan íntima. Pero sé que es momento de pensar en el bien común”, afirmó. “Estoy dejando pasar esta ola para surfear la próxima en el futuro cercano”.
Reuters
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